martes, 27 de noviembre de 2012

Mis libros y mis mudanzas


Mi madre, a quien echo tanto de menos, decidió un buen día que yo no iría sólo, nunca más, a comprarme ropa.
Fue aquel día en que me dio dinero para unos zapatos nuevos y volví a casa con un ejemplar de Hamlet en las manos.
De pequeño, todo el dinero que reunía era para tebeos y para cuentos.
Mi primer libro serio fue una Ilíada que todavía guardo con mucho cariño. Me pasé meses visitando el escaparate de la librería "El Cano" de la calle Real de mi pueblo, para confirmar, con inquieta esperanza, que era un libro que estaba reservado para mi biblioteca. De la misma colección, con las pastas blancas nacaradas, me compré la Odisea. Todavía no había cumplido los trece. Y en ese mismo año, me leí los dos tomos.
Mi primera mudanza fue desde la cuarta planta de la Residencia de Postgraduados de la Facultad de Medicina de Granada, en pleno primer año de MIR, Me mudé a una habitación algo más grande de la segunda planta. Me había roto el hombro en una caída tonta con la moto y tuve que empujar con el pie las cajas de cartón, llenas de libros, por los largos pasillos de la residencia. Tuve que dar muchas patadas y muchos paseos ese día.
La última mudanza fue un 24 de diciembre, único día que mi esposa encontró libre en la agencia de transporte que nos atendió y todavía, el 25 por la tarde, estaban los pobres jóvenes encargados de la faena, llevando cajas repletas de libros de una casa para la otra.
Al terminar, el Jefe del traslado me pidió que recompensara de alguna forma a los que habían tenido que dedicar esos días festivos, a complementar una mudanza pactada, para realizarla en una sola jornada, con un precio ya cerrado.
Y es que me pierdo por un buen libro.
Por eso salgo del ostracismo en que me encuentro inmerso (un master, un proyecto ilusionante y una locura informática tienen la culpa), para coger algo de aire y contribuir con esta entrada a poner a disposición de los amigos de lo negro sobre blanco de algunos ejemplares que la Editorial Panamericana quiere alojar en amables y cálidos nidos que sepan cuidarlos.
El juego es el siguiente: voy a exponer una serie de Casos Clínicos relacionados con la anestesia y con los temas tratados en dichos manuales. La Editorial regalará un ejemplar a los que participen en la discusión de dichos casos.
Quizá empecemos con el libro "Anestesia y Reanimación"
¿Lo conocéis?
¿Os apetece?
 Nos vemos esta misma semana.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Oración por una amiga



San Amando de Argentorato, dale un empujoncito
San Aptonio de Anguleme, protégela con tu manto
San Beano de Mortlach, apóyala en su tarea

San Ceda de Lastingham, extiende tu gracia sobre ella
San Eata de Hexham, socórrela en su desfallecimiento
San Evaristo papa, alúmbrala en su camino

San Felicisimo de Cartago, refresca su rostro en el desierto
San Fulco de Pavía, acompáñala en sus momentos de duda
San Luciano de Bitinia, sé su bastón al final del día

San Marciano de Nicomedia, premia su capacidad de hacer sonreír
San Rogaciano de Cartago, pregona su humanidad
San Rústico de Narbona, no te importe que te vean feliz al leerla

San Sigebaldo de Metz, ve reuniendo unas monedas
San Witta de Bürberg, reserva ya tu ejemplar

Santa Gibitruda vírgen, estáte contenta niña,
que la Doctora Jomeini,
ha elegido vuestro día,
para compartir con todos
sus momentos de ternura.

Arropadla en esta fecha.
Y entre rezo y rezo, espero
que disfrutéis el libro entero
y os unáis a nuestra fiesta.






jueves, 22 de marzo de 2012

Todos los pinchazos duelen


Por eso yo procuro dar pinchacitos.
Y no hay nada peor que decirle a un paciente que algo no le va a doler y luego hacerle daño.
-"Un picotacillo de nada. Esto no duele".
Y el paciente se rebota en su camilla.
-"Si esto no duele, dígame usted a mí lo que usted entiende por dolor. Y avíseme antes de que me vaya a hacer algo que según usted me vaya a doler de verdad, por favor. No quiero desmayarme."
Tuve yo un maestro de la anestesia que procuraba llamarte la atención sobre las cosas que no vienen en los libros. Si quieres saber las dosis de remifentanilo la encuentras en cualquier manual. Si quieres saber la duración del efecto de los bloqueantes neuromusculares, lo encuentras en cualquier prospecto del medicamento.
Pero si lo que quieres saber es como hacer tu trabajo con honradez y honestidad, tienes que pensar de vez en cuando en la opinión del paciente.
Y el concepto más claro que me puso este maestro delante, es que los anestesistas no le duermen los pacientes a los cirujanos.
Parece una tontería.
No lo es.
Es verdad que los anestesistas dormimos a los pacientes para que lo operen, pero no se lo dormimos a nadie.
Lo dormimos.
Así de fácil.
Y ¿dónde está el concepto tan clarividente entonces?
En que yo no trato de quitarle el dolor que le va a provocar el cirujano, las molestias de la cirugía. Tengo que quitarle todos los dolores. Todos. Incluidos los míos.
Y es que el paciente empieza a tener dolores cuando iniciamos nuestras técnicas con él.
El anestesista tiene que quitarle al paciente el dolor que le provoca el cirujano y también el dolor que le provoca el propio anestesista.
Es decir que lo primero que yo hago es dormirme a mi paciente para mí mismo. Procurar que no le duela lo que yo le hago.
Poner anestesia local para coger una vía venosa.
Poner anestesia local para realizar una punción lumbar.
Poner anestesia local para iniciar un bloqueo.
Sedar al paciente para que empiece a estar ajeno a todo lo que hacemos.
Es bueno avisar al paciente con la verdad cuando le vas a hacer daño:
-"Esto molesta un poco"
o
-"Esto molesta bastante, pero lo voy a hacer con mucho mimo".
Mejor que las mentirijillas piadosas que al final hace que el paciente pierda la confianza en ti.
Hay veces que el anestesista agrede más al paciente con sus técnicas, que el cirujano con su operación. Afortunadamente es cuando el paciente está dormido. Es decir, que hay veces que el anestesista duerme al paciente para sus cosas y el cirujano, aprovechando, lo opera. Por ejemplo, intubar al paciente es una de las agresiones que provoca una respuesta más intensa en el organismo de los pacientes. Nuestro cuerpo acepta mejor que cortemos la piel, que nos pinchen, que, por ejemplo, nos metan algo en la traquea.
Es por eso que digo que, algunas veces, me duermo al paciente a mí mismo para poder intubarlo y el cirujano, aprovechando la duración del efecto de esta anestesia, utiliza ese tiempo para operarlo.
Me duermo el paciente para mí, y de camino lo operan.
Por eso tengo presente siempre las enseñanzas de mis maestros.
Todos los pinchazos duelen. Hasta el de coger una vía venosa.
Por eso yo doy pinchacitos.
-"No me ha dolido nada, absolutamente nada"
Son las palabras más dulces que nos puede decir un paciente.


P.D.:Dedicado a NuriaSinAmo. Desde su mismo lado de la trinchera.

lunes, 19 de marzo de 2012

Frases famosas: No entiendo lo de los tres centímetros


Si te asomas a la ventana y ves el sol en lo alto: ¿qué temperatura hace en la calle?
Si tu hija te dice que su novio calza un 42 de zapatos: ¿en cuanto tiempo acabará la carrera de arquitectura?
Deduzco. No deduzco. ¿Tendrá algo que ver una cosa con otra?
Y ahora dígame usted ¿le han intentado callar alguna vez diciéndole que no le pueden poner la epidural porque no ha alcanzado los tres centímetros de dilatación? Pues no tiene nada que ver una cosa con la otra.
Una buena matrona sabe cuando una paciente se está poniendo de parto. Y sabe también decirle cuando se está iniciando el parto. No es lo mismo. No es igual.
Una paciente puede ponerse de parto cuando se inician las contracciones y empiezan a ser regulares y continuas.
Y decimos que el parto se está iniciando cuando las contracciones empiezan a ser efectivas. Es decir, cuando empiezan a provocar modificaciones en el cuello de útero. Cuando el parto ya no se para. Cuando no hay vuelta atrás.
Y este es el momento en que se puede poner la epidural.
La epidural es para el parto. Si el parto ha empezado, ya no hay motivo para retrasar el comienzo de los beneficios que suponen el no padecer los dolores del parto.
A los anestesistas no nos gusta quitar el dolor (lo he dicho y repetido ya muchas veces). A los anestesistas nos gusta que no haya dolor. Yo no pongo la anestesia cuando el cirujano empieza a abrir el abdomen para operar a un paciente que padece una apendicitis. Yo lo duermo, lo anestesio, antes. Antes de que lo abran. A mí no me gusta quitar el dolor. Me gusta que no haya dolor.
Y en el parto es igual. No me gusta quitar el dolor. Me gusta que no se presente.
Y además tengo que utilizar dosis más bajas si empiezo pronto. Y las dosis totales son más bajas.
Por eso no entiendo lo de los tres centímetros.
Hay partos en que no se produce la dilatación hasta que pasan un número de horas. Son horas para estar tranquilas. No para agotarse.
La epidural no retrasa el comienzo del parto.
Créame, es verdad.
La epidural no aumenta el número de cesáreas.
Créame, es verdad.
Y si se empieza desde el primer momento es todavía más verdad.
Que no le mientan con los tres centímetros.

La foto forma parte de la experiencia de la mamá de Alicia en su parto, recogida en su blog.

martes, 13 de marzo de 2012

La vena del torpe


O lo que es lo mismo, la vena del incompetente, la vena del incapaz, la vena del inepto, la vena del insuficiente, la vena del negado, la vena del ignorante, la vena del inútil, la vena del ineficaz, la vena del negligente, la vena del nulo, la vena del flojo, la vena del vago.
Son todos sinónimos, significan lo mismo.

-Me molesta mucho el suero.
-Lo siento, señora, es que le han cogido la vena del torpe.

-Desde que me han cogido la vena en el codo no puedo dormir..
-Lo siento, señora, es que le han cogido la vena del incapaz.

-No puedo darle bien el pecho a mi niña con la vía en la flexura.
-Lo siento, señora, es que le han cogido la vena del inútil.

-No puedo comer bien con esta maldita vena.
-Lo siento, señora, es que le han cogido la vena del vago.

-Le han atado el brazo al abuelo para que el suero entre bien.
-Lo siento, señora, es que le han cogido la vena del flojo.

Y no es que el abuelo sea un flojo, no es que usted sea un vago, no es que su niño sean un inútil, no es que su esposa sea torpe, no es que su marido sea un nulo. Todo eso y más es el enfermero (o el médico) que le ha buscado la vena en semejante sitio.

No hay ningún libro de enfermería, ni de medicina, en el que se recomiende que se canalice la vena del codo. Ninguno. Todo lo contrario. Se recomienda siempre que se haga en zona de "no flexura". Se recomienda siempre que todos los procedimientos que se realicen al paciente le afecte lo menos posible a su vida diaria. Y este es el que más le afecta, sobre todo a los pacientes quirúrgicos.

¿Se imaginan lo difícil que puede ser lavarse los dientes con una vía venosa implantada en el codo? Y lo doloroso también. Así que la excusa de que en el codo duele menos es sencillamente mentira. Una mentira interesada. Una mentira egoísta. Cuando un sanitario intenta convencer a un paciente de que es mejor canalizar la vía venosa en el codo, en realidad está pensando sólo en él. Un pensamiento egoísta. Siento decirlo, pero es una asignatura pendiente que tienen los enfermeros en la mayoría de los hospitales españoles.

No es lo mismo sacar sangre para una analítica, que es un acto puntual, donde no se deja nada en el codo, que se pincha y se saca la aguja en el mismo proceso, que colocar un suero en el codo. No es lo mismo. Por eso voy a invitaros a que rellenen un documento y lo lleven encima cuando entren en un hospital y haya previsión de que le canalicen una vía. Estamos inventando el auténtico Consentimiento Informado, estamos inventando el "Yo consiento si Usted me respeta".

Y hágalo con tranquilidad, no se corte, si el enfermero o el médico se empeña en no hacerle caso, usted le dice:
-"Si usted no sabe, no se preocupe, que venga alguien que sepa".

lunes, 5 de marzo de 2012

Lágrimas


Hoy he vuelto a llorar otra vez.
Lágrimas espontáneas que brotaron inesperadamente de mis ojos.
Hoy ha vuelto a conmoverme una historia sencilla, una sonrisa, un perro lleno de humanidad, una esperanza.
Esta noche pondré mi cabeza sobre la almohada y procuraré tener sueños en blanco y negro. Bajaré el volumen de la melodía que acompaña mis ensoñaciones e impondré el Sueño Mudo.
Esta semana quiero recuperar parte de mi pasado. Quiero pasearme por la playa o quizá por los Alcornocales y quiero que solo haya música acompañándome. Quise decir acompañándonos.
Porque estos momentos se disfrutan mejor en compañía.
¿Alguien se apunta?

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P.D.: Dedicado a "prestamos rapidos" que me emocionó con un comentario hacia mi blog.

sábado, 3 de marzo de 2012

Los superpoderes de Pablo


Si no quiere aburrirse nunca, ponga un Pablo en su vida.
Las anécdotas escolares más increíbles tienen a un Pablo detrás. Los sucesos más ingeniosos se ocultan detrás de un Pablo. Los cariños más intensos, lo suscitan los Pablos.
Los Pablos no pasan desapercibidos. Incluso los que son buenos, que los hay. Puedo decir que hay Pablos que no son inquietos, Pablos que duermen, Pablos que son capaces de estar quietos durante más de 10 minutos, incluso concentrados en hacer algo que no se pueda llamar travesura. Yo no los conozco. Pero sé que existen.
El lunes pasado era mi tarde libre. No sabéis lo frágiles y etéreas que son las tardes libres. Duran lo que puede durar el suspiro de un enamorado. Y se esfuman. ¡Pluf! y ya no están.
-"Miguel Ángel tengo un problema que no he podido resolver en la consulta".
Me llama el Dr Olóriz, familiar del que descubrió que cada uno tenemos una huella digital distinta. Y me cuenta la historia.
Y yo os la voy a resumir.
Pablo quiere ser superhéroe y se ha estado entrenando desde que nació.
Durante ese tiempo ha estado formándose de una forma muy intensa, con tareas que tienen como objetivo desarrollar las cualidades que le ayuden a poder salvar el mundo.
Esta es la tarea fundamental de los Súper Héroes cuando nacen, salvar el mundo.
Para eso ha ido acumulando experiencias que le pueden comparar con los Trabajos de Hércules.
De pequeño se introdujo una zanahoria en la nariz. Fue el primer capítulo de su curriculum. Se me ha olvidado decir que Pablo tiene 3 años en la actualidad. Más bien 3 añitos. Pero muy bien aprovechados.
Pues eso, que ya cuando era chico apuntaba maneras.
El tema de la zanahoria lo pudo resolver la madre. Fue un incidente que no precisó una asistencia extraordinaria, se quedó en el ámbito familiar.
Pero Pablo necesita expandir sus actuaciones para que la sociedad tuviera conocimiento de que estaba naciendo un ente especial.
Se tragó catorce globos. Catorce globos pequeños. En una fiesta de cumpleaños. Sabía lo que hacía. Su madre no podría interferir con sus proyecciones de futuro. Los padres del niño festejado, lo llevaron a Urgencias y cuentan que veían a Pablo sereno y desarrollando un papel que les tenía confundidos y asombrados. Empezaron a darse cuenta de que dentro de Pablo podría haber algo especial.
Después de esta hazaña, Pablo se sumergió en un letargo que ha durado unos cuantos meses. Hasta el lunes.
La madre nos dice que estaba un poco extrañada de que Pablo hubiera pasado una época tan tranquila. Aunque habían existido unas cuantas anécdotas sin importancia, no puede decirse que su Pablo era el niño merecedor de ese nombre. Parecía que se estaba convirtiendo en un Pablo bueno.
Hasta el lunes.
Cuando volvió del colegio se encerró en su habitación. Mientras la madre preparaba la comida, dice que escuchó unos ruidos en el dormitorio de los niños. Nada especial. Una silla que se caía. Golpes en la pared. Carreras. Algún que otro grito. Nada que le hiciera perder la compostura.
La sorpresa vino cuando tuvo la comida preparada y Pablo no contestaba a sus requerimientos para sentarse a la mesa. Al abrir la puerta Pablo estaba en la cama, en actitud reposada con un dedo metido en la nariz.
Toda la habitación estaba revuelta.
Parecía que la final de la Copa del Rey se hubiera jugado en su dormitorio.
Pero eso no le extrañaba a la madre, sino que lo extraño era la actitud de Pablo.
-¿Qué ha pasado Pablo?
-Ya ha terminado todo- decía Pablo mirando al vacío con un dedo hurgando en su nariz.
-¿Qué ha terminado Pablo?
-El hombre de rojo, lo tengo prisionero.
Hay niños que tienen amigos invisibles. Pablo nunca lo había expresado. Por eso la madre se puso más nerviosa. Sabía que no podía perder de vista a su fierecilla.
-Venga Pablo, vamos a comer. Ya me contarás.
El niño se levantó y le dio la mano a la madre para acompañarlo a la cocina.
No se quitó el dedo de la nariz hasta que cogió la cuchara.
En ese momento, una gota de sangre se desprendió lentamente por su labio superior.
-¿Qué te pasa Pablo?
-Nada, mamá.
-Tu nariz…
Inmaculada cogió a su hijo y se dirigió a la consulta del otorrino. Por el camino, Pablo le terminó de explicar.
-El hombre de rojo, mamá, Spiderman. Lo tengo en la nariz.
Tuvo que ser una lucha feroz. Pablo redujo a Spiderman, en una lucha desigual, convirtiéndolo con sus superpoderes en una pegatina de plástico. Lo dobló con tranquilidad y se lo metió en la nariz. Allí lo tenía enclaustrado.
El problema, me contó el cirujano, era que el terror que había despertado en el hombre araña, le había hecho soltar un montón de telarañas que lo protegían en la cavidad nasal y que no podía acceder con sus pinzas a la fortaleza que se había creado. Con el fotóforo pudo ver la cara de pánico que tenía el hombre enmascarado y pensaba que si no le suministraba anestesia, no podría sacarlo de su refugio.
Tuve que hacerlo.
Cuando le puse la mascarilla en la cara a Pablo era con la determinación de poder dormir a Spiderman y poderlo sujetar y sacarlo de su cueva.
También se me quedó dormido Pablo. Un Pablo colaborador, un Pablo íntegro, un Pablo que supo estar a su altura dejando que le ayudáramos a negociar con el superhéroe y devolverlo a la legalidad y a la justicia.
Tengo que decir que se resistió. Nunca he dormido a hombres arañas. No viene en mis libros. Pero gracias a la destreza de Don Javier, pudimos sujetar al encapuchado y liberarlo de sus propias estructuras.
Tenemos a Spiderman. Desmoralizado. Deprimido. Y esperamos que se restablezca. Nunca había tenido un oponente como Pablo. Es su primera derrota.
Pablo está bien. Pero su madre no se fía.
Quiere cambiarle el nombre.
El niño la mira y se sonríe.
Sonrisa de superhéroe.
Tendrán más noticias de Pablo.

lunes, 20 de febrero de 2012

¡Gracias!


No es habitual que los políticos hagan ningún comentario de apoyo a la medicina privada, ni los de un grupo parlamentario, ni los del otro. Más bien estamos acostumbrados a que no digan nunca nada. Por eso esta imagen es como un mensaje SinPalabras que le agradezco a la señora de la Vega.
Los que dedicamos nuestra vida a trabajar en este ámbito, sabemos que hacemos las cosas bien, ponemos todo nuestro empeño en complacer a los pacientes, en resolver lo mejor posible sus problemas. Por eso, su nueva imagen, puede ser las mejor campaña publicitaria de lo que somos capaces de resolver en éste área. Sin embargo, no todo es tan fácil para todos los que frecuentan la medicina privada en España.
¿Qué tipo de medicina privada tenemos? ¡Qué poco se habla de ella!. La mayoría de los que la utilizan, sin embargo, son funcionarios. Es una medicina que se realiza a través de unos intermediarios que son las compañías aseguradoras. Y nunca se habla de las dificultades que puede existir en éste área para poder mejorar su atención. Y es una medicina que necesitaría que alguien se preocupara de acercarse a ella. Hay muchos problemas que se hacen crónicos porque nadie se encarga de resolverlos.
Y es que el gran problema de la medicina privada es que parece que es Tabú hablar de ella. Y aunque el resultado sea tan evidente, se evita aceptar que se ha recurrido a ella y hay dificultad para confirmar que es una opción con una gran capacidad de resolución de problemas.
Por eso es por lo que agradezco a la exvicepresidenta del Gobierno Socialista este respaldo a nuestro trabajo y la emplazo a poder seguir hablando de las ventajas que tiene el poder recurrir a la medicina privada. ¿No le importaría que tuviéramos una conversación para poderle contar las posibles soluciones para poder mejorar la asistencia de los funcionarios que recurren a ella?
Nos vemos, María Teresa.

viernes, 3 de febrero de 2012

Y no somos felices, ni comemos perdices.


Todos los cuentos deberían de tener un final feliz. Los cuentos no son historias, puesto que no son reales. Los cuentos no son relatos, suelen durar más y tienen sitio para la fantasía. Los cuentos son una mezcla de lágrimas y sonrisas, pero nunca deja un regusto amargo en la boca. Los buenos siempre ganan, los malos siempre pierden y, además, son castigados.
La semana pasada murió Caroline Lovell, defensora de los partos en casa. Sin duda, una buena persona. Alguien que creía en lo que hacía. Alguien que supo poner el acento en lo deshumanizada que estaba la atención a la embarazada en los grandes hospitales. Alguién que cogió el mundo y se lo puso por sombrero y gritó a los cuatro vientos que estaba dispuesta a que se tuviera más en cuenta las solicitudes de las embarazadas en el momento de preparar la llegada de su hijo al mundo.
Ella vio que el enemigo se vestía de hielo y que se dedicaba a atender con frialdad a todas las futuras madres que confiaban en su acúmulo de ciencia, y cometía estas tropelías confinado entre las paredes de los hospitales.
Por eso quiso matar al monstruo quitándole a sus presas de sus manos.
Era una idea que solo puede brotar de un corazón grande, de alguien que poner el amor por encima de otras sinrazones.
De esta forma, ella y otras como ella, han influido muy positivamente en la atención de las parturientas en todos los rincones del mundo. De esta forma, la tendencia que se ha seguido, gracias a ella y a personas como ella, es a humanizar el parto. A no entenderlo como una enfermedad, a no considerar a la embarazada como una paciente.
Y ese ha sido un gran logro.
Pero quizá, en un momento de su vida, tendría que haberse dado cuenta de que había muchas Carolinas Lovell dentro de los hospitales que habían entendido lo fundamental de su mensaje. Pero quizá, tendría que haber abierto las puertas a la negociación y permitir, con su ejemplo, que las pacientes supieran que también se podía hacer una atención humanizada en los hospitales. Una atención respetuosa que cuenta con las preferencias de las embarazadas. Que respeta sus decisiones.
Gracias a personas como Lovell el mundo ha cambiado.
El día 23 de enero falleció en su casa mientras estaba dando a luz.
Yo nunca he estado de acuerdo con el parto en casa. Ahora tampoco. Pero sí de recoger las sugerencias y las críticas que hay detrás de estas meditaciones sobre la atención al parto.
Quizá, el desgraciado final que ha tenido su vida, sea la última lección sobre la que haya que reflexionar con calma.
Quizá hoy el monstruo viva en las casas.
Hay cuentos que se merecen un final feliz. Pero la vida se impone a los cuentos.

lunes, 30 de enero de 2012

Censura y Mesura: Censura en el Twitter


Podríamos ponernos de acuerdo en censurar todo aquello que atenta contra las buenas costumbres. No creo que alguien pueda ponerse en contra de eso.
Una vez puestos de acuerdo, nos volveríamos locos en definir lo que son las buenas costumbres.
Twiter quiere censurar el lenguaje que se emplea en los trinos que hacemos a la red.
Como nuestro tiempo vale mucho y no merece la pena que lo gastemos en cuestiones inútiles, propongo una forma de censura que me gustaría que fuera valorada. Por lo menos que me escuchen un poquitito.
¿Algunos de ustedes habrá estado en Cádiz? Pues síganme.
Estamos en la puerta de la habitación de un hospital. Hay una señora que ha visto como su compañera de habitación se está poniendo malita y sale a avisar a la enfermera. Casualmente hay una que trae la bandeja de la medicación por el final del pasillo.
-¡Chochete!, ¡ven rápido que a mi amiga le está dando una fatiguita!
Chochete significa en este caso enfermera, sobre todo si es alguien amable y predispuesta a atender a sus pacientes. Chochete es una forma cariñosa de dirigirse a alguien que sabe que va a responder amablemente a tu solicitud.
En Twiter sería:
-¡??????????!, ven rápido que a mi amiga le está dando una fatiguita.
Verdad que no es lo mismo. No, no es lo mismo.
Otro caso.
En el segundo día del postoperatorio, tienen que quitar el drenaje a una paciente que se ha operado de prótesis de cadera. El paciente se coge a los laterales del colchón esperando sufrir las torturas del señor en el monte de los lamentos. Cuando el enfermero ha terminado su trabajo y no ha sufrido lo más mínimo, la paciente le dice:
-¡Qué manos tienes más lindas!, ¡Pichita de oro!
Ser Pichita de Oro es un título que poca gente puede alardear de tener. Es lo máximo que se le puede decir a quien tú quieres elogiar. Y además, cuando te lo dicen te suben la moral más alto que el Himalaya. Tenía yo a mi vecina Aurora que cada vez que salía a la calle en la adolescencia, con mi flequillo repeinado con la colonia Nenuco, me cogía de las mejillas y gritaba en el rellano de las escaleras: "Quién fuera joven para irse contigo, Pichita de Oro. Hoy vas a ir partiendo corazones por la calles. Lo más guapo de la barriada". Y mis pies volaban por el aire mientras me acariciaba la cara la brisa de mi bahía.
En Twiter sería:
-¡Qué manos tienes más lindas!, ¡??????????!
Verdad que no es lo mismo. No, no es lo mismo.
Y el último:
Mi padre está enseñándome a ir en bicicleta. Los Reyes me han traído un monstruo al que no llego ni poniendo calzas en las suelas de los zapatos. Después de varias horas, parece que empiezo a coger algo de estabilidad. Cuando me emociono y voy cogiendo la vertical sin que las manos de mi padre arropen mi desenvoltura, una piedra se interpone y doy con los huesos en el suelo.
-¡Qué niño más carajote!. Ven que te levante y te coma a besos.
Si alguno ve alguna palabra ofensiva que me lo diga. Pero a mí lo que más rabia me dio fue que me dijera niño, cuando yo me sentía un Bahamonde sobre la bicicleta.
Sería una pena, por tanto, que quisieran quitar del glosario twitero palabras que, bien empleadas, pueden llevar tanto o más cariño que cualquiera otra.
Así que antes de hacer un listado de palabras, prueben a entender a la gente que las emplea. No vaya a ser que quieran terminar con la forma de hablar de un pueblo. Y, cuidado, en este caso los que perderían serían ustedes. Cádiz es mucho Cádiz y ha sobrevivido a mucha gente. También va a sobrevivir a Twitter. No lo duden. Ya vendrá otra cosa.
Por eso les recomiendo que no demuestren su falta de cultura, mandatarios del Twiter. No pasen por esa vergüenza, que muchas veces lo han intentado y no han conseguido nada.
Porque si esto es lo que quiere censurar Twitter, se puede encontrar con que en Cádiz inventemos el "Retuite" o el "Contratuite". Porque años, siglos llevamos que no nos callan la boca. Y en esta tierra de la libertad, hemos demostrado siempre, que aunque nos tachen las palabras, no podrán nunca pisotear nuestras ideas.

Si Twiter es tan tontón,
que me quiere censurar,
va a tener que demostrar,
que piensa con la cabeza,
y si no tiene destreza,
cuando escucha a un gaditano,
se creerá muy ufano,
que lo está entendiendo tó
y si no está muy fino
en vez de comer tocino,
se comerá un mo-rcón.



Posdata para los no gaditanos: las rimas truncadas sirven para expresar con ironía lo que quieres decir sin tener que decir lo que no te dejan decir. Prueben a cambiar mo-rcón con otra terminación, por ejemplo, con la que misma con la que acaba cajón.

viernes, 20 de enero de 2012

Salud. Dinero. Amor


Ni salud, ni dinero, ni amor, yo lo que quiero es acceso gratis a la cultura.
No soy pirata. Mi casa está llena de libros.
No soy pirata. Mi casa está llena de discos de música.
No soy pirata. Mi casa está llena de DVDs.
No soy pirata. Estoy abonado a todos los canales de pago.
Soy un afortunado.
Pero hay escenas escondidas en algunas películas que le daría vida a muchos enfermos. Hay estribillos de canciones que serían capaces de enamorar a las parejas más distantes. Hay ideas agazapadas en algunos libros que resolverían la vida profesional de muchos indigentes.
Y hemos tenido en nuestra mano, durante algún tiempo, la oportunidad de ver como todos podían disfrutar de secretos escondidos.
No me quiten los manuales. No me quiten los libros. No me quiten la música. No me quiten las películas.
Algún médico de algún país en que los libros no llegan fácilmente a mitad de la jungla habrá podido aplicar a algún paciente algún remedio novedoso.
Algún emprendedor de algún país en que las ideas no floten en los ríos que perfilan sus aldeas habrá podido desarrollar alguna idea enriquecedora para favorecer a alguno de sus conciudadanos.
Algún joven romántico de algún país en que escasean las bellezas habrá podido robarle con una melodía sensible el corazón a alguna chica que se podía deslumbrar ante las riquezas algún cacique de turno.
Alguna pareja habrá entrelazado sus manos en alguna habitación oscura mientras aúnan sentimientos y acercan voluntades.
Hoy en día los artistas se están convirtiendo en los ciudadanos más egoístas e insolidarios. No se conforman con ganarse su sustento, quieren enriquecerse rápidamente por un afortunado día en que las musas compartieron algo de su gracia con ellos.
Artistas que llevan las pancartas más agresivas cuando se trata de pedir sanidad pública y gratuita. Artistas que son los más solidarios cuando quieren que papá estado reparta las migajas entre los desahuciados. Artistas que se bajan de sus grandes cochazos y que momentáneamente abandonan sus hermosas mansiones, para hacerse la foto de turno con el indigente.
Artistas que quieren convertir los derechos de autor en un impuesto revolucionario mafioso que les permita no abandonar su traumática y atormentada vida de artista.
Los mismos argumentos que utilizan para cerrar las puertas a las descargas de cultura son las que se podrían utilizar para cerrar las bibliotecas públicas (¿por qué no hay fonotecas públicas?¿por qué no hay videotecas públicas?).
Internet está en peligro. Las ventajas de Internet están siendo minadas.
Nadie acaba con el pirateo de los auténticos piratas, de los que quieren vender como trabajo lo que sólo es propaganda. Los discos deberían de ser regalados como material informativo y lo único que se debería de pagar son los conciertos, las actuaciones públicas. Los auténticos piratas son ellos, que quieren convertir la cultura en un tesoro al que no tenga acceso nadie que no ponga un doblón de oro en la mano del corsario de turno que te amenaza con su cuchillo en la boca.
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