jueves, 25 de junio de 2009

La importancia del tratamiento del dolor


Muchas veces se le da poca importancia a las consecuencias de no tratar adecuadamente el dolor que acompaña a ciertas experiencias vitales. Cuando un dolor se presenta de una forma irrepetible nos alegramos del momento en que desaparece y esperamos que nunca más se vuelva a presentar. Sin embargo eso no es siempre posible. Tenemos dos piernas y por lo tanto, dos rodillas o dos caderas y en un momento determinado podemos necesitar que nos tengan que colocar una prótesis en cada una de ellas. Tenemos un hijo y deseamos tener otro, y a lo mejor otro más.
La experiencia que tengamos la primera vez que afrontemos alguna de estas experiencias, nos condicionará para las siguientes.
Trataré de exponer con estos ejemplos mis reflexiones sobre la importancia de vivir una experiencia dolorosa.
Cuando una paciente sufre durante el parto, siempre habrá alguien que le dirá que aguante, que aguante, que todo pasa... Pero hay muchas pacientes a las que el recuerdo del dolor les llevará al replantearse el volver a tener más hijos, a las que le cambiará la forma en que llevará sus relaciones con su pareja... y entonces se dará cuenta que no es tan verdad de que aguanta, aguanta, que todo pasa..., que hubiera sido mejor no haber tenido tanto dolor, que no le condicionara tanto su futuro...
Hay muchos pacientes que se han operado de una rodilla, que necesitan operarse de la otra. En condiciones normales,un paciente nota los beneficios de la cirugía a los 3 ó 4 meses de que se realiza ésta. Es, por tanto, frecuente que un paciente decida, o quiera, operarse de la otra pierna a los 6 meses de operada la primera. Sin embargo, cuando un paciente ha sufrido un experiencia dolorosa intensa en el postoperatorio de una intervención de éste tipo, se replantea la segunda intervención. Hay muchos pacientes que retrasan la cirugía por miedo al dolor que pasaron en los días posteriores a la intervención. Hay muchos pacientes que sufren día a día el dolor de la rodilla no operada, que limitan su vida sin salir a la calle, que precisan de apoyo familiar, que son dependientes, porque tienen miedo a volver a operarse. Cuando uno ha llegado a una edad dónde cada día que nace puede ser uno de los pocos que le puedan quedar a uno para poder disfrutar de sus familiares o sus amigos, es una pena que se consuman alrededor de penas y dolores...
P.D.: Sería muy triste pensar que estos argumentos lo hayan pensado antes algunos responsable de hospitales, o algunos responsables de algunas compañías privadas que ven, de esta forma, que boicoteando el tratamiento del dolor postoperatorio conseguirán que menos pacientes quieran operarse y disminuyan así las famosas listas de espera, o, quizá, les cuadren mejor los resultados económicos anuales y ganen comisiones más altas y golosas...

sábado, 20 de junio de 2009

Lib.r..d


La única libertad que me puedo imaginar es la libertad sin eta.

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