miércoles, 30 de junio de 2010

Rosario no me dio el numerito


Ya conocen a Rosario. Se decica todos los días a dar el numerito. Vive de eso.
-"¡Rosario, a ver qué numero me das hoy!"
-"Hoy te voy a dar uno que acabe en dos, pa que a las penas le digas adios".
-"¡Rosario, que quiero cambiar de vida"
-"Uno que acabe en nueve, nueve, pa que así cambies y te renueves..."
Ayer fue a quirófano.

Estaba sentada en un taburete junto a la mesa de operaciones.
-"Me voy"
-"¿Qué dices Rosario?"
-"Que no me opero"
-"¿Que no te operas?"
-"Tengo un ataque de ansiedad grandísimo. Me voy"
-"Pues yo me voy contigo"
La cogí de mi brazo y nos salimos al pasillo.
La intervención estaba preparada para un cuarto de hora después. Todavía no había llegado el cirujano. No había ninguna prisa.
Rosario padece de Vertigo de Meniêre. El tratamiento es realizar una inyección dentro del oído de una medicación que afecta al nervio responsable del equilibrio. Se suele hacer con sedación en quirófano. Hay que abrir la membrana del tímpano con una lancetita y hay pacientes que lo pasan mal.
Rosario lo estaba pasando mal de solo pensarlo.
-"Rosario, yo tampoco tengo ganas de estar aquí. También tengo ganas de irme. Pero es una pena que habiendo llegado hasta aquí, te vayas ahora. Esto va a ser un momentito..."
-"Que me voy"
-"Pues me voy contigo. Nos tomamos un café por ahí."
-"Con el marido tan celoso que tengo, no íbamos a poder llegar muy lejos."
-"Salimos por una puerta que no nos vea..."
Fue la primera sonrisa que echó Rosario.
-"Es que me acuerdo de tantas cosas. Me pongo mala. Se me aprieta el corazón de una forma. No puedo ni pensar en que me duermas."
-"Ah, ¿pero es sólo eso?. Pues no te duermo y en paz. En cuanto que venga el cirujano le digo a ver si podemos hacerlo sin dormirte."
Le dije que mientras venía el médico le iba a dar una pastillita que le iba a sentar muy bien y ella accedió. Y allí que estábamos Rosario y yo paseando por los pasillos y saludando a los auxiliares que pasaban.
-"Mira que buena pareja hacen."
-"Como se entere tu marido, nos mata."
Y en esto que llegó el cirujano.
-"Que hemos pensado hacerlos sin sedación."
Y primera pega.
-"Pues no va a ser posible."
-"Es que dice que está muy nerviosa."
-"Aunque sea le coges una vía venosa, por si hiciera falta."
"¡Pues vaya!", pensé. Pero menos mal que mi compi ponía algo de cordura en el asunto. Con una vía en una paciente nerviosa tenemos más tranquilidad en lo que estamos haciendo. Pero me tocaba a mí colocarle la vena.
¿Han visto ustedes la vena que va por el dorso de la cola de los ratones blancos?. Esos chiquititos que sacan en algunas actuaciones de circo. No se habrán fijado nunca, claro. Yo sí sé que existen. Estuve un mes entero administrando medicación en la vena de la cola a un ratoncito tras otro para hacer un trabajo sobre el Propofol. Cada vez que veo una vena pequeña, pequeña, pequeña... me acuerdo de aquel trabajo.
La sentamos en la mesa de quirófano para cogerle la vía y le puse un poco de anestesia local. El cirujano, que viene de buena casta (no en vano es descendiente del que descubrió aquello de las huellas dactilares) empezó a echar una mano.
-"¿Y dónde tienes el puesto de la ONCE, Rosario?"
-"Pues..."
-"Qué gracia, cerca tiene mi hija una casa..."
-"¡Qué bonitas que son. Yo hubiera querido comprarme una, pero...."
-"Pues esto...."
-"Pues lo otro..."
-"Pues lo de más allá...."
Y, mientras tanto le puede coger la venita de ratón que tenía en el dorso de la mano.
-"Rosario, te vamos a echar en la camita, que ya te estará haciendo efecto la medicación que te has tomado, no vayas a marearte..."
Le puse por la vía una mijita de medicación, que ayudó a que estuviera más tranquila.
-"Vamos a empezar."
Y empezamos, y seguimos, y continuamos, y terminamos.
Rosario me tenía cogidas las manos mientras duró todo y nos contó cosas de sus hijas, de su marido, de su puesto, de los premios...
-"Perdonen ustedes por el numerito..."
-"Mira Rosario, te permito todo menos eso, que hoy no nos has dado el numerito. Que sabemos que tu vives de eso, que todos los días vas repartiendo numeritos, pero que hoy nos hemos quedado con las ganas. Conque nos debes uno, Rosario. Nos debes un numerito".

Espero que te cures, Rosario.

domingo, 27 de junio de 2010

No ha pasado nada


Un susto. Un frenazo. No saber si has tenido los reflejos suficientes. Ruido de cristales.
¿Quién ha tenido la culpa?
¿Ha pasado algo? ¿Cómo está el otro?
Comprobar que todo está bien. Respirar.
Pensar si los compañeros tienen la razón.

Durante muchos años llevo visitando a los pacientes los fines de semana para comprobar que la analgesia postoperatoria es adecuada. La compañía no paga nada.
Sábados y domingos que no desayunas con tu familia. Que te pierdes partidos de balonmano, actividades escolares y extraescolares. La compañía no paga nada.
Vacaciones que comienzan más tarde para completar un postoperatorio sin dolor. La compañía no paga nada.
Y los primeros años había una razón. "Éstos de las compañías no saben nada de los beneficios de una buena analgesia. Habrá que demostrárselo y ver que la eficacia se une a una disminución de costes que hace que la opción analgésica sea económica". Y los años pasan. La compañía no paga nada.
Y te das cuenta que los gerentes pasan totalmente del tema. Que es tu guerra personal. Que es un sacrifio. Que los pacientes lo agradecen. Que merece la pena seguir intentándolo.
Pero hoy...
Hoy, se me desmoronan los argumentos. Hoy tenía programado un partido de pádel a las 9:30. Acompañé a mi mujer hasta las pistas a las 9:00 para hacer la reserva. Me llamaron del hospital porque se había acabado la dosis de analgesia de una paciente. La compañía no paga nada. Me acerqué al hospital para recargar la dosis antes de que comenzara el partido. Frenazos. Cristales.
Siempre he pagado con mi tiempo, con mi esfuerzo, con el tiempo de mis hijos, de mi familia. Hoy el precio podía haber sido más caro.
Quizá los compañeros tengan razón. Hay cosas que no están pagadas.

miércoles, 23 de junio de 2010

¡Juana! Nos vamos de Capirotes, de Procesiones, de Tambores...

Mira Juana, en esta pantalla, además de 14 números que te dan información de 14 cosas distintas, se ven los capirotes de 4 penitentes, que sobresalen por encima de una muralla.
Tú no lo oyes, pero de fondo, un tambor sordo y seco marca el ritmo y la cadencia que indica que la procesión sigue un curso normal. Aguza un poco el oído, puede ser que percibas un ruido como de cadenas arrastrando.

Cuando empecé la especialidad, el aparato más puntero que teníamos en el hospital era un Engström 300. Nada de números. Nada de gráficas. Nada de tendencias. La imaginación al poder. Se escuchaba el tambor, que era el pulso del paciente y se escuchaba el ruido de cadenas, que era el esfuerzo del aparato para introducir el aire al interior de los pulmones.
Eran años donde estudiabas la fisiología respiratoria y te la creías en un acto de fe. En quirófano lidiabas tú solo, ayudándote con tus pocas neuronas especializadas en recopilar, procesar, inferir, recordar, decidir, para diferenciar lo que podía ser una respiración de un pulmón con patología restrictiva, de uno con funcionamiento normal, de uno con patología obstructiva. Lo dicho, la imaginación al poder.
Hoy ves. Puedes ver. El aparato te desnuda ante tí lo que está ocurriendo. Gracias a Dios, necesito menos neuronas, que ya empiezan a escasear.
Y puedes hasta jugar. Puedes ver penitentes donde el aparato te da información del comportamiento de presiones en vía aérea. Estamos viendo una ventilación con presión positiva. El aparato manda un volumen al paciente y te informa de como lo recibe el pulmón del enfermo. Después de una subida rápida, vertical, corta, en dónde abre la compuerta de entrada y aporta todo el flujo de aire con una compuerta de salida cerrada, cierra la compuerta de entrada y deja que el volumen se distribuya por todo el pulmón. Después de un tiempo, en que se ha realizado el intercambio gaseoso, se abre la compuerta de salida y observamos una caída brusca que permite que salga todo el aire. Durante el intervalo siguiente la compuerta de salida y de entrada están cerradas e inmediatamente se abre la compuerta de salida, para comenzar un nuevo ciclo. Viene otro capirote. Y luego otro. Y otro. Y otro.
La muralla de abajo nos marca el flujo de aire. Vemos cómo hay una subida brusca, una parada, una bajada brusca y una vuelta al nivel inicial. Cada subida y bajada coincide con la apertura y cierre de las compuertas que hemos hablado antes.
¡Lo que hubiera dado yo por ver ésto de residente!
Hubiera visto capirotes muy espigados cuando la resistencia de la vía aérea aumenta, por ejemplo en un asmático en que se ve un espasmo bronquial. Cuando el paciente se cierra, las presiones aumentan y los picos se elevan.
Hubiera visto una espantá de penitentes, cuando hay una desconexión accidental durante la intervención.
Hubiera visto espontáneos que se meten en la fila cuando el paciente inicia respiraciones voluntarias y lucha contra el respirador si se pasa la relajación o si empiezas el proceso de despertar al paciente y tienes, entonces, la seguridad de que puedes pasar de ventilación controlada a espontánea o asistida.
Y, también distinguir entre una ventilación controlada, dirigida por el aparato, y una ventilación espontánea, realizada completamente por el paciente.
La ventilación del aparato es un proceso en que el aire se introduce en el paciente a presión. Es como si se pusiera un fuelle en su boca y se empujara. El aire entra a presión positiva. Por eso el inicio de la respiración viene marcado por un aumento de presión. Cuando es el paciente el que respira, el fuelle lo tenemos dentro, son los pulmones los que atraen el aire. Por eso la curva comienza con una bajada. Estamos trabajando con presión negativa. El paciente aspira el aire. El aparato mete el aire.
Aquí tienes una gráfica de ventilación espontánea.
Y, ¡qué bonito todo!. Los numeritos verdes son de la gráfica verde. Los numeritos amarillos de la gráfica amarilla. Tenemos un paciente que está haciendo respiraciones espontáneas de 823 mL cada una, lo que corresponde a un volumen minuto de 5,8 L/min. Y si te fijas en los valores de las presiones te darás cuenta lo impresionante que es el funcionamiento de los pulmones. Estamos trabajando con unas presiones de 1 a 3 cm de H20, cuando el aparato necesita de presiones de 3 a 19 para hacer el mismo trabajo. Si trabajáramos con ese esfuerzo, tendríamos que dejar de respirar a las 3 de la tarde, para descansar por tanto trabajo y poder seguir al día siguiente. ¿Qué te parece?

¿Qué quieres, ahorrar oxígeno? Hacemos una ventilación a bajo flujo. Reducimos la cantidad de oxígeno que aportamos al circuito y el aparato retira el CO2 con el depósito de Cal Sodada que tiene tiene en medio de las tubuladuras. Y todo lo puedo hacer por que el monitor de al lado me está dando la tranquilidad de que me controla el carbónico espirado y así comprueba que no sube nada. ¡Todo funciona perfectamente!
¿Te gusta, verdad?, Pues si puedes influir en algo en la compra de aparatos, si tienes mano en que se renueve el aparataje del hospital, no dejes que la Semana Santa sea una Semana de Pasión, de Tormento. Ya ves que podemos disfrutar de la procesión, de los penitentes, de los tambores.
¿Nos tomamos unas tapitas y seguimos viendo Pasos?

La Supervisora de Planta


Creo que se llamaba Aurora. ¿Cómo se me ha podido olvidar el nombre de aquella niña?. Hace mucho tiempo de ésto. Sí, creo que se llamaba Aurora, podría tener unos 6 añitos.
Aurora era muy dispuesta. Tan dispuesta que llegó al hospital con una quemadura de aceite hirviendo que, afortunadamente, le había afectado a la parte posterior de la pierna derecha. La zona del talón era la que estaba peor. Sin embargo, una quemadura en una sitio donde debe de haber movimiento, puede dejar una limitación importante. Había intentado ayudar a la madre en la cocina y...

Don Carmelo se había formado en Alemania. Era el Jefe de Servicio de Cirugía Infantil. En Alemania le habían hecho especialista. En Alemania había aprendido a operar todas y cada una de las patologías del niño. En Alemania le habían hecho un cirujano seguro. Pero, a pesar de todo, en Alemania no dejó de ser un niño. Don Carmelo era el niño grande de la planta. Y Don Carmelo había puesto todo su empeño en que Aurora no tuviera ninguna limitación por culpa de las cicatrices del tobillo.
Todos los días, Don Carmelo, curaba a Aurora. Todos los días.
Eso suponía que todos los días Aurora, todos los días, pasaba por quirófano.
La cura de una cicatriz de quemadura trata de que no se formen bridas que condicionen tiranteces. Don Carmelo había pedido un apósito especial que, después de frotar con cepillo, limpiar, desbridar... colocaba con mucho amor sobre la herida. Y yo no sé si el amor o el apósito iba haciendo efecto día a día.
Aurora llegaba a quirófano toda dispuesta, con la sonrisa en la cara. Se había levantado por la mañana temprano y había ido a darle un paseo a Manuel, un niño que precisaba ventilación artificial y que ella ayudaba a colocar en su silla de ruedas con ventilador todos los días y llevarlo al comedor, pasando antes por las habitaciones para ir despertando a todo el mundo. Manuel esperaba con ilusión todos los días la visita de Aurora y se dejaba pasear por ella a lo largo del pasillo, ayudándola a despertar a sus compañeros. Ella no podía desayunar por culpa de la cura diaria, así que ayudaba a las enfermeras con los más pequeñitos y siempre tenía tiempo de hacer un dibujito, de contar un cuento, de sacar una sonrisa a la pandilla de enfermitos.
Aurora llegaba a quirófano toda dispuesta, con la sonrisa en la cara. Menos un día. Un día en que volvió a ser niña.
-Miguel Ángel, yo no quiero que me duermas.
-Qué tontería estás diciendo Aurora, ¿es que no quieres curarte?
-Sí que quiero. Si yo lo único que digo es que me gustaría poder desayunar con mis amigos, poder seguir jugando con ellos por las mañanas, poder pasear a Manolito y llevarlo de una habitación a otra... Y todos los días me quedo sin mañanas. Todos los días salgo borracha del quirófano. Algunas veces con mareos que me hacen vomitar una y otra vez. Otras, cuando me pincháis NoSeQuéCosa, teniendo unas pesadillas que parece que estoy loca. Yo lo que quiero es que me hagan la cura sin dormirme.
-Eso no puede ser, Aurora.
-¿Y si hablamos con Don Carmelo?
-Bueno, vamos a hablar con Don Carmelo.
Y buscamos al NiñoGrande que hacía de Jefe.
-Te va a doler Aurora.
-Seguro que no, Don Carmelo, con lo primoroso que es usted.
-Quedan todavía muchos días...
-Por eso mismo, Don Carmelo...
Y Don Carmelo me miró y en su mirada había la comprensión de un niño ante otro niño.
-Vamos a intentarlo.
Y nos fuimos a quirófano.
Aurora se puso boca abajo. Me cogió la mano. Creo que era yo el que apretaba más fuerte. Me miró a los ojos. Me sonrió.
-Empezad cuando queráis.
Y Aurora hablaba, hablaba, hablaba... Y sonreía. Don Carmelo se vistió de ángel e hizo, ese día, todo lo que hacía todos los días, pero flotando en el aire. Miraba el campo quirúrgico y miraba a la niña. Frotaba. Curaba. Limpiaba. Flotaba.
-Y ya hemos terminado.
Quizá ha sido el día en que más callado he visto a todo el personal de quirófano. Quizá ha sido el día en que más tensión había en el ambiente. Y quizá fue el día en que más nos curó a todos nosotros, los curanderos, las palabras de una niña y su sonrisa, sobre todo su sonrisa.
-Pues me voy, que Manolito me estará esperando.

lunes, 21 de junio de 2010

La Roja


Mira Del Bosque, que no te cojo más el teléfono. Que no te tengo que sacar de dudas. Que tú solo puedes llevar el equipo hasta lo más grande. Que cojas confianza de una vez. Que tienes un equipo que vale todo el oro del mundo. Que ya te hemos ayudado bastante. Que te concentres, que nosostros estamos concentrados ya.

Te da envidia este equipo. ¿Querías haber fichado a una de las dos abuelas?. Te sorprenderían, sabrían hacer punto de cruz con el juego. Tenemos un delantero que remata bien desde las alturas, que para eso es Piloto. Una Canaria que no tiene nada que envidiarle a Pedrito. Un Intelectual que le sacaría los colores al mismísimo Marchena. MiEsposa misma, que te hace una tortilla de patatas donde van más huevos que los que podrías encontrar en cualquier equipo rival.
O cualquiera de mis Cuñadas, que están dispuestas a pegarse a Cristiano, Kaká o incluso al Bello Cannavaro y no dejarlos dar ni un sólo pase.
¡Y los jóvenes! Nuestro futuro. Que no se cansan nunca. Sirven para delante, para atrás, para los medios...
Que te confíes. Que tú puedes. Que nosostros confiamos en tí.
Vamos Del Bosque.
Vamos Roja, que todos estamos detrás.
¿O es que no nos notas? ¿O es que no nos ves?

Echando luz sobre la Factura en la Sombra. 1.0

-Luis vendrá dentro de una hora con su coche. Aparcará en la puerta de Urgencias y nos podremos llevar a madre.
-Ya ha pasado todo.
-Y todo ha ido bien. Gracias a Dios.
-¿Y el invento éste de la Factura en la Sombra de mamá?
-Yo no creía en ella. Pero ahora tengo datos que me han hecho pensar mucho.
-No sé a qué te refieres
-¿Desde cuando está ingresada mamá?
-Llegamos el viernes. Se rompió la cadera cuando veníamos de la fiesta de Graduación de Antonio.
-No la operaron hasta el domingo por la mañana.
-Sí la iban a operar el sábado, pero hubo muchas urgencias ese día.
-Una de ellas la de la madre del gerente del hospital. Se fue hace tres días. Como hemos coincido a veces en la planta, nos hemos hecho amigas su nuera y yo. Me ha dejado su teléfono, por si necesitamos algo. Aquí lo tengo.
-Pero si es el papel de la Factura en la Sombra de su suegra.
-No tenía otro papel a mano y lo escribió por detrás. La misma intervención, distinto coste.

-¿Cómo que distinto coste?. ¿No hacen las mismas facturas para las mismas intervenciones?
-Parece que no. Fíjate en el desglose.
-¿El desglose?
-Mamá entró un día antes y ha salido dos días después. Le han facturado tres días más.
-Es lógico. ¿Entonces a la compañera de cama que ha estado esperando que la viera un Plástico durante tres días para que le revisaran el hematoma que tenía en la frente y han tardado tanto en verla?
-Pues le habrán cobrado los tres días de más. Sin embargo, a la madre del gerente la operaron el mismo día de la caída. Se cayó por la mañana y la operaron por la tarde.
-A mamá tuvieron que hacerle pruebas antes de la intervención.
-A ella también. Fíjate en la factura. Se las hicieron todas el mismo día.
-Le han cobrado menos por gastos de ocupación de quirófano.
-Vino el jefe de servicio a operarla. Tardó una hora de piel a piel. A mamá la operó un residente de último año, tres horas. Añádele las dos bolsas de sangre que tuvieron que transfundir.
-Una estancia de URPA para mamá y una estancia de Sala de despertar para ella. La estancia de URPA quiere decir que ha estado más de 8 horas y cobran como si fuera una UCI. Sala de despertar es menos tiempo y es más barato.
-Si sigo comparando una y otra, aquí hay algo que no tiene mamá.
-Es una bomba de perfusión para analgesia postoperatoria. Consiste en dejarle el catéter epidural y mantenerle la analgesia en el postoperatorio. Necesita menos calmante en los días siguientes y comienza antes la recuperación.
-¿Por eso ella empezó a andar antes que mamá?
-Posiblemente. También se operó el día antes.
-Pero también se quejaba menos.
-La operó el Jefe de Servicio. Se operó antes. No hubo que transfundirla. Tenía analgesia postoperatoria...
-Todo coincide.
-Y yo me pregunto. Si la factura de ella es más barata. ¿Por qué no hacen todos los pacientes de la misma forma y así todo sería más económico?.
-¿Y el detalle de la habitación?
-Ella estuvo en una habitación individual. Mamá compartió cama con tres pacientes más. ¿La han cobrado más barata o más cara?
-Más barata la de mamá. Pero la diferencia no es muy grande. A ver si la próxima vez podemos pedir una habitación individual con el argumento de que no es mucho más caro.
-¿Sabes qué te digo?
-Dime
-Que me gustaría, ya que tienen todos los datos recogidos para hacer las facturas, que se hicieran también facturas a los médicos, incluso a los enfermeros. Que se les dijera a los médicos cuánto gasta cada uno para atender las mismas operaciones, y a los enfermeros para cuidar a sus pacientes.
-Pues sería interesante.
-Y que se hiciera público. Para que se supiera qué médico gasta más y saber a qué consulta acudir y qué días son mejores para acudir a Urgencias.
-Pues no lo había pensado de esa forma.
-Pues no vayas a pensar que lo vas a saber ningún día.
-Todo esto es muy obscuro, ¿por eso la llaman Factura en la Sombra?
-A lo mejor es por eso.
-Pues yo pienso que si no me dejan influir en disminuir gastos ¿cómo me pueden hacer responsable de la factura?
-Me está llamando Luis... Debe de estar ya en Urgencias....

Nota: Todo es inventado. No existen estos tipos de pacientes. No es frecuente que ocurran estos hechos. Todo es una invención que sólo pretende entretener. Estamos de acuerdo en que sería una injusticia. Algo que no debe ocurrir. De hecho, no tengo constancia de que haya ocurrido.

viernes, 18 de junio de 2010

Rosario, historias de la ONCE


¿Cuántas historias no le habrán contado a Rosario delante de su quiosco? ¿Cuántas ilusiones no se habrán abierto delante de sus cansados ojos? Porque a un comprar un cupón va uno sintiéndote protagonista. Construyendo uno mismo una bella historia. Si me toca... Cuando me toque... Yo me conformaría...
Y Rosario habrá escuchado de estas, miles. Y, cuando alguien le pregunta, también es de las que cuenta historias. Como, cuando cansada de comprar el mismo número todos los días, se puso en huelga y ese día no compró.

Su vecina llegó apurada.
-Mira Rosario, que no me he traido dinero y que me quiero llevar el cupón de siempre.
-Pues yo me he cansado y hoy no compro.
-Si me lo dices para que no me lo lleve...
-No, bonica, que lo digo en serio. Toma tu número, que no veas que tengo ningún interés. Ya me lo pagarás mañana.
Y llegó el mañana y la vecina se acercó a buscarla y no paraba de darle besos y más besos y de llenarle el quiosco de gracias y más gracias. Y todo se quedó en eso. Porque hasta unas migas, que le prometió la vecina que le iba a invitar para celebrarlo, están todavía esperando el fogón dónde se cocine. La vecina cumplió religiosamente con pagarle el cupón del premio gordo una vez que lo cobró. Que no ha habido en Granada negocio más rentable. Y seguro que algún día caerán las migas. Que la gente aquí es bonachona. Y algo olvidadiza.
Pero Rosario llegó a mí como paciente. Y como paciente contó su historia. Y Rosario no olvida.

A Rosario la operaron con tres años. De vegetaciones. Tres añitos. Y todavía lo recuerda.
-Doctor, que yo estaba en brazos de mi madre. Que a mi madre la dejaron entrar a quirófano hasta donde no llega nadie. Y que yo lo pasé fatal. Que no se me quita de la cabeza. Que yo estaba asustada y agarrada a su cuello. Y que, sin darme explicaciones, el médico vino por detrás y me puso una mascarilla en la cara. Y que yo, desde entonces, no puedo permitir que nadie me ponga nada en la cara. Que a mí del cuello para abajo, lo que quieran. Pero no en la cara. Que no se me olvida. Como si estuviera ocurriendo ahora mismo.
Y Rosario y su marido se miran.
-Cuando iba a tener a mi niño, fue un parto muy dificil, que estuve con contracciones casi cuatro días y yo tengo la malage de que no echo la placenta. Después de todos los puntos que tuvieron que darme faltaba por salir la dichosa placenta. Y después de mucho esperar me dijeron que tenían que sacármela. Y me dijeron que tenían que dormirme. Y vino alguien y me puso una mascarilla en la cara. Y del manotazo que le dí, tuvieron que salir a buscarla.
El marido asiente.
-Yo creo que me quedé con un trauma. Si no puedo soportar ni cuando me hacen las radiografías esas que te meten en un tubo. Que parece que no puedo respirar. Me ahoga tener algo delante de la cara.
-Es verdad - dice el marido.
Y veo a Rosario, tan entera, tan fuerte, que ha superado tantas cosas en su vida en penumbras. Que sabe lo que es la ilusión. Que sabe lo que es entrever la luz en medio de las tinieblas. Y que sabe también lo que es que te quiten un poquito de ti y que te dejen, a cambio, un recuerdo que te dure toda la vida.

miércoles, 16 de junio de 2010

Los Impuestos


¿Hay algo que de más cabreo, más coraje, más rabia que los impuestos?
Se te retuercen las entrañas. Se te pone la piel blanca. Se te sube la sangre y notas como tus venas se hinchan a punto de estallar.
A mí es lo que más me irrita. Y si pudiera, acababa totalmente con ellos. Y con los que los elaboran y los que obligan a que no podamos salirnos de ellos.

No puedo con los impuestos.
Me rebelo.
Me descompongo.
Pero no puedo hacer nada yo solo.
¿Por qué me imponen que no pueda ver a mis pacientes en mi consulta de Anestesia?. Me lo han impuesto.
¿Por qué me imponen que no pueda poner medios al tratamiento del dolor que genera una intevención?. Me lo han impuesto.
¿Por qué me imponen que no pueda atender a una paciente que comienza con dolores de parto desde las primeras contracciones? Tratan de imponérmelo.
¿Por qué no puedo ser el anestesista de la paciente que me elija para que yo la atienda?. Me lo han impuesto.

Y no sé que hacer con tanto Impuesto.

Y no sé por qué los directores médicos de algunas compañías hacen de su capa un sayo y no atienden a las recomendaciones de las Sociedades Médicas.

No sé que hacer con tanto impuesto. Tanto impuesto. Tanto impuesto.

martes, 15 de junio de 2010

Más papeles: Plantillas de Informes Anestésicos

Me dice Sonsoles en un comentario a una reciente entrada que a los médicos anestesistas no les gusta escribir. Diría Aristóteles: a los anestesistas no les gusta escribir, Miguel Ángel Palacio es anestesista, luego, a Miguel Ángel Palacio no le gusta escribir. Y Aristóteles tendría razón.
La anestesia es muy aburrida. Y qué bien que lo sea. Por eso, ¿os imaginais todos los días escribir lo mismo, lo mismo, lo mismo, lo mismo...?
Y además sabiendo lo que luego ocurre con relativa frecuencia. He visto a cirujanos y a secretarias que cuando van a ordenar una Historia Clínica para dar un alta, hacen limpieza de todo lo que creen que no sirve de las hojas y hojas que se acumulan en la carpeta del paciente. Y la primera que salía por pies e iba directamente a la papelera, era la Hoja de Anestesia. Espero que la legislación actual no lo permita hoy por hoy, pero, por si acaso, siempre me ha gustado escribir en la Hoja de Evolución, es decir, donde escriben los médicos.

Y para dar la lata nada mejor que ir por delante. ¿Tienen ganas de imprimir unas pegatinas? Así se libran de escribir. No se trata de escribir, se trata de dejarlo escrito. Que no es lo mismo.

Que emplean siempre la misma técnica para realizar una epidural para un parto. ¡Toma pegatina!. Sólo tienen que poner algún incidente y los datos del parto. si no les da tiempo a epidural y deciden intradural suave
si tienen programada una cesárea con técnica combinada dejando catéter epidural para el tratamiento del dolor postoperatorio o por si se alarga la cesárea...
para casos de legrado...obstétrico... o ginecológico...
Que hacen todos los días histeroscopia tras histeroscopia. Todas iguales... ¡Toma pegatina!
Cirugía laparoscópicas con IOT...
Histerectomía abdominales con Anestesia Combinada...
Prótesis de rodilla...
o de cadera...
ligamentos cruzados con técnicas combinadas.
Artroscopias de rodilla con intradural.
Artroscopia de hombro utilizando bloqueos de plexo y sedación.
Las aburridas varices con intradurales.
Cirugía endoscópica nasosinusal con una sedación y mascarilla laríngea.
Amigdalectomías con infiltración palatina.
Adenoides.
Microcirugía laríngea ambulatoria.
O técnicas menos habituales con una base de AG IV en ventilación espontánea y mascarilla facial...
o mascarilla laríngea
o con intubación OT
o combinada con sedación IV
o intradural y sedación
o un bloqueo de plexo con sedación IV
o anestesia local con sedación intravenosa en régimen ambulatorio
o con ingreso hospitalario

o modificarlo como quieras o como lo hagas más a menudo.

Sonsoles, hija, que a mí tampoco me gusta escribir.

domingo, 13 de junio de 2010

Valencia, La Nueva Anestesia y El Tiro al Plato


Me habían dicho que si se aprieta el gatillo cuando el plato pasa por encima de la punta de la copa del árbol del fondo del paisaje es cuando se acierta más veces. También me comentaron que si me fijaba en que el plato estuviera a la altura de la punta de la antena de la torreta de la cima de la segunda colina del horizonte, el tiro iba a ser más fino. Algunas veces había contando por lo bajito hasta ocho desde que alguien gritaba "¡Plato!" y entonces había disparado. Y la verdad es que el número de acierto era lo suficientemente importante como para que estuviera confiado. Me sentía un experto.
Pues va a ser que no.
Que todo es más fácil.

Páginas y más páginas se han llenado intentando descubrir cuál es el secreto de la Piedra Filosofal. Que si la rama nerviosa que buscas para infiltrar, pasa con más frecuencia a 5, 7 ó 10 cm por encima o por debajo del resalte del saliente del pico de la protusión que hace el hueso cuando tocas 4 ó 6 cm por encima de la flexura del pliegue que está 2 cm más medial de la línea que une las dos referencias anatómicas que se observan cuando el paciente flexiona su pierna. ¿Qué no te has enterado?. Que si dibujas el apotema de un hexágono con el perímetro que limita el vientre del músculo que se contrae debajo del plano motor que limita el paquete vasculonervioso que parte del radio del círculo centrado en la coracoides... ¿No me sigues? ¿Has leído el libro de Winnie del bloqueo supraclavicular? ¿Que no? Pues empieza por ahí...
Cada acceso a un plexo, una raiz, un nervio tiene más nombres y abordajes que los nombres de los jugadores de los equipos de las selecciones que juegan esta semana el mundial de futbol de Sudáfrica. Por eso, me aconsejaban que en los momentos en blanco que siempre se tiene cuando lees una comunicación a un congreso y sale el listillo de guardia con la duda, que saques bibliografía, nombres anatómicos, abordajes... diciendo el nombre del portero de la selección que más coraje te dé. No lo recomiendo a nadie como costumbre, pero te puede sacar de algún apuro. Luego siempre puedes decir que no sabes cómo pudiste tener esa equivocación.
Pero todo esto puede acabarse pronto. Tanto nombre... Tanto listo diciendo que su forma de encontrar el nervio es el más fetén... Tanta línea... Tanto resalte...
Los anestesistas volvemos a la medicina. Utilizamos aparatos que utilizan los médicos. Si queremos bloquear un nervio ¡qué mejor que verlos! La ecografía (acompañado de un conocimiento completo de la anatomía, ¡que ha llegado la hora de desempolvar apuntes o de comprar libros!) nos pone los nervios delante. Si queremos evitar problemas, raíces nerviosas que no queremos lesionar, estructuras importantes que hay que proteger cuando se colocan catéteres de estimulación a nivel epidural, cuando se hace radiofrecuencia a nivel cervical, cuando se trata de llegar al disco intervertebral ¡qué mejor que verlos con un brazo en C de rayos!. Como los médicos.
Está llegando el momento del final de las técnicas a ciegas (le he oído decir al profesor Aliaga que en el tratamiento del dolor no está justificado realizar una epidural a ciegas y ¡me lo creo!) y tenemos que reivindicar la compra de aparatos para nuestros pacientes: ecógrafos, brazos en C... Y tenemos que pedir horas de quirófanos para ¡nosotros!.
Cuando escuchemos ¡Plato! los ojos fijos en el plato. Nunca más mirar la punta del árbol del fondo del valle, nunca más ver si pasa a la altura de la antena de la tele del chalet del fondo, nunca más contar hasta 8 antes de disparar. Nunca más aprenderse las alineaciones de los equipos de fútbol. ¡Por fín, ver lo que estamos haciendo!.

Solo tengo que abrir los ojos, mirar y apuntar al plato. Solo eso.

Anestesia Privada y Vida Privada: Amago de Incendio en el Café General

Valencia se está convirtiendo en mi ParaisoTerrenal. Voy allí buscando la Fuente de la Vida. Bebo en sus manantiales y vuelvo más joven, con más ilusión, con más entusiasmo. Lo que no sé es si me dejaran regresar o me pondrán un sello de PeligroPúblico y no podré cruzar más veces el Turia para transpasar sus murallas.
Valencia es la Ciudad del Arte y las Ciencias y los anestesiólogos valencianos se están encargando, de la mano del Dr Carlos Tornero, de poner una estrella luminosa en su cielo y hace que los que somos despistados no estemos más a la Luna de Valencia.
Así que estuve paseando por sus calles con tanta subida de ánimo que todo me parecía precioso y ¡vive Dios! que lo era. Pero mis pasos me llevaron a una Plaza dónde, en una esquina, está enclavado uno de los Cafés más lindos que se puedan disfrutar.
Y, Gracias a Dios, todavía sigue allí. No sabían ellos que yo era tan peligroso. No me hubieran dejado entrar.
Veníamos de pasear por sus tranquilas calles. Veníamos de tomar unos aperitivos en sus terrazas. Veníamos de degustar unos pinchos en uno cualquiera de sus sabrosos restaurantes. Veníamos de tomar un helado fallero con sabor a calabaza, si tienen la oportunidad, no se lo pierdan.
No quedaba más que sentarse a disfrutar de observar, cotillear y marujear de los paseantes de esa fresquita y relajada noche valenciana.
-Bienvenidos al Cappucchhino.¿Qué desssssean ustedes?
-¿Nos traen la carta, por favor?
No soy de tomar café tan tarde, pero sabía con seguridad que podría encontrar algo de mi agrado. Y efectivamente, allí estaba para mí una mezcla de zumos que tenía, quizá, el nombre de Barman.
-¿Algo de comer?
-¿Tú que te tomarías? - le pregunté al camarero.
-Si se deja fíar por mí, le diré que me encanta la tarta de Plátano. Está esquissssita.
-¿Tú no eres de aquí, verdad?
-Ssssoy de Sssssevilla.
-Pues yo de Cádiz y mi esposa de Granada. No puedes disimularlo, hijo mío, que eres de Sevilla.
-Si viera el cachondeo que traen conmigo por aquí por mi forma de hablar....
Y tuvimos una pequeña y agradable conversación.
Un músico se paró delante de la cristalera abierta del café y las notas de su violín empezaron a entrar entre silla y silla, entre mesa y mesa, entre vela y vela encendida, que así de romántica era la decoración del local.
El camarero se acercó otra vez.
-Le voy a dejar un periódico del Café para que puedan entretenerse con nuestras noticias.
Y allí pudo empezar el drama.
Extendí el periódico sobre la mesa y me quise detener en la primera página cuando observé un movimiento rápido de MiEsposa. Me eché para detrás y ví que la esquina inferior del períodico se prendía con la llama de la vela. Una columna de fuego traspasó la hoja con ánimo de extenderse por todo el periódico. El camarero ssssevillano corría hacia la mesa todo lo rápido que le permitía el delantal que le entubaba sus piernas. El Jefe de Mesa se puso a mi lado en dos grandes saltos. Yo intentaba apagar el fuego a manotazos y con soplidos que avivaron las llamas. MiEsposa me dijo luego que creyó ver a otro camarero descolgando un extintor de una pared cercana. Y, con todas estas maniobras, consiguimos extinguir el amago de incendio.
Todo se quedó en un susto.
El Café General no corría ya ningún peligro. Hubo comprensión y sonrisas. Nadie había observado nada desde fuera. La música seguía sonando y suavizando la noche Valenciana.
Pedí la cuenta, pagué y me despedí. Saludé a mi camarero sssevillano y al Jefe de Sala. Me devolvieron el saludo parsimoniosamente.Quizá aprovecharon para quedarse con mi cara. Seguramente, la próxima vez que me acerque al café tendrán preparada una mesa sin velas encendidas o la apagarán con disimulo mientras me presentan su carta.

sábado, 12 de junio de 2010

¿Historia o Gráfica de Anestesia?


Quizá tengamos nosotros la culpa de lo que pasa en quirófano. Quizá no.
¿Hemos acaparado los anestesistas el trabajo de la enfermería? ¿Son ellos/as los/as que no quieren hacerlo? ¿Por qué no hay Unidad Básica de Enfermería en quirófano basada en una atención al Enfermo, como su propio nombre indica, y no en los cuidados al Cirujano? ¿A cuánto está hoy el kilo de angulas en el Cantábrico? Son todas preguntas para las que no tengo respuesta ahora mismo.
Pero dicen que el hábito hace al monje, o como me dijo un paciente hace unos días, la flecha hace al arquero. Si observamos los materiales que tenemos en quirófano, que condicionan la forma de trabajo, quizá podamos seguirle la pista al jabalí.
En los Conjuntos Mínimos de Datos de las Historias Clínicas de los hospitales se hace mención a un Informe de Anestesia como documento fundamental dentro de la Historia Clínica. ¿Y EsoQuéEsLoQueEs?.
Yo creo que un Informe es un informe y una Gráfica es una gráfica.

Miramos a nuestro alrededor. El cirujano tiene la Hoja de Intervención Quirúrgica dónde no consta el número de puntos que da en cada tejido, ni cuánto tarda en dar cada punto. No dice cuánto tiempo ha gastado en cohibir una hemorragia. No dice la cantidad exacta de heces que ha pasado a peritoneo. No dice la de veces que ha tenido que poner y quitar los tornillos que no se adaptaban a la placa de osteosíntesis. No dice la cantidad exacta de pólipos que había en útero o en vejiga al hacer la histeroscopia o cistoscopia.
No he visto nunca a un cirujano en planta preparando la medicación que ha indicado para el tratamiento de un paciente. No he visto nunca a ningún especialista tomándole la temperatura a un enfermo ni vaciandole la bolsa de orina para conocer la diuresis.
Y no se me caen los anillos por hacerlo yo en quirófano. Pero el respeto al profesional de enfermería me hace que no trate de meterme donde no me llaman.
El paciente, cuando lo están operando, está generando información constantemente. Datos y más datos. Cifras que, hoy por hoy, ya recoge cualquier monitor avanzado y que podría guardarse en cualquier dispositivo de memoria. Pero, ¿es eso lo que quiere la enfermera?. ¿Ser sustituida por una máquina que haga su labor? El paciente en la mesa de quirófano ¿es transparente? ¿no se ve? ¿no lo ve la enfermera? ¿es que no precisa cuidados de enfermería? ¿ni siquiera cuando está despierto, que hoy muchas intervenciones se hace con el paciente sedado? ¿da más seguridad laboral el estar atendiendo al cirujano que al paciente? ¿la Termomix es más cómoda y práctica que la Cocinera Chef? Tampoco tengo respuestas para ésto.
¿Y si, para dar una solución factible, empezamos por cambiar las costumbres y usos? ¿Y si cambiamos la Gráfica de Anestesia? O mejor ¿y si no hacemos gráfica de intervención?.
Hay unas gráficas tipo trípticos en muchas Unidades de Reanimación Postquirúrgica que son tan amplias que se pueden recoger con facilidad todos los datos de evolución de los pacientes cuando éste llega a la Unidad después de una Intevención. ¿Y si esa Gráfica se comenzara a rellenar en la Planta de Atención Quirúrgcia el día de la Intervención y la Enfermera de Planta recogiera allí mismo la comprobación y confirmación de la administración de la Premedicación y Órdenes Previas? ¿Y si la enfermera de quirófano hiciera la recepción del paciente y la hiciera constar en ese tríptico, haciendo un seguimiento de enfermería de la intervención quirúgica y recogiera la situación del paciente a la salida de quirófano (constantes, drenajes, vendajes…)? ¿Y si, para poner la guinda, la enfermera de Reanimación hiciera la recepción del paciente y detallara los cuidados postanestésicos protocolizados? A mí me parece una idea de cine. Que toda la información importante esté en la misma hoja. Un paciente, una hoja.
¿Y el anestesista? ¿Qué hace el anestesista? Pues su informe de anestesia.
Para eso dejo dos posibles documentos (aunque yo empleo los dos).
Una pegatina que es un resumen anestésico que se coloca en la Hoja de Evolución Clínica.


y/o

Una hoja que está diseñada para que al doblarla tenga los cuatro cuadrantes que interesan en una anestesia. No les aburro con descripciones. Mírenla y si les gusta pueden utilizarla. No tiene copyrigth. A mí me parece útil. Bastante útil. La rellenaría el médico anestesiólogo y así dejaría constancia, tanto, de que se ha supervisado la historia clínica del paciente (en el primer cuadrante tienen que rellenar un resumen de historia clínica), como que se ha tenido constancia del seguimiento de la anestesia. Y no le quitamos ningún trabajo a ninguna enfermera interesada.
A cada uno lo suyo.
Y al enfermo, atención constante de enfermería.


P.D.: Esta historia surgió como Proyecto de Historia Anestésica en el Hospital Traumatológico de Granada. Estuvo pilotándose durante algún tiempo y, me consta, que a algunos especialistas les pareció práctica. Estuvimos en la comisión de Historia de Anestesia el Dr JMSC y un servidor. Creo que la Gráfica de la Intervención se unificara desde la planta de encamación sí tuvo más éxito que.

jueves, 10 de junio de 2010

Antiguallas: La Anestesia Infantil



Voy a intentar recuperar en Antiguallas una serie de escritos inéditos o publicados en algún medio, que salieron de mi modesta mano en tiempos pasados. Pido que me perdonen por algunos de ellos. En otros espero seguir contando con su amable paciencia.
El primero que quiero rescatar es un artículo que me publicaron en una Gran Revista que nació como fruto del esfuerzo personal de un gran amante del periodismo de Granada: Ildefonso Cañizares. La revista se llamó Poleo-Menta. El artículo "La Anestesia Infantil".

Dormir a un niño es muy fácil: coges y lo duermes. Ninguno se resiste. Anestesiarlo es distinto. Y más bonito. Más gratificante. Don Juan Jiménez Fortis, desde su cátedra del quirófano de Cirugía Infantil de la sexta planta del Hospital Materno Infantil, nos inició a muchos médicos anestesiólogos de Granada en el respeto al niño a la hora de atenderlo. Personalmente, tuve la gran suerte de coincidir con el doctor don José Manuel Sánchez Carrión en mis años de aprendizaje y recuerdo que era una verdadera experiencia gratificante el verlo inducir a un niño al estado de sueño.
Manolo decía que un médico anestesista que se dedicara a la anestesia infantil debía de empezar por saberser todos los dibujos animados que ponían por la tele y conocer a todos los personajes protagonistas de las películas para niños. Siempre procuraba no hacer llorar a ningún niño pequeño en quirófano y guardaba sus mejores cuentos para tal ocasión. La anestesia consiste en eso: en cuidar a los pacientes, tengan la edad que tengan, y cuidar todos los detalles.
Pero quien realmente me enseñó la actitud que hay que tener con los niños en quirófano fue una criaturita de apenas 4 años que, una vez en la mesa de quirófano, no hacía más que preguntar:
-¿Mi madre no puede entrar?


A lo que nosotros contestábamos:
-No, no puede
y otra vez:
-¿Mi madre no puede entrar?
Y nosotros:
-Que no, que no puede, chiquitín.
Después de muchas veces repetir pregunta y respuesta, nos dijo:
-Y entonces, ¿quién me va a coger la manita mientras me ponen la anestesia?
Por supuesto que no faltaron voluntarios y voluntarias para arropar al niño en la mesa de quirófano.

Desde entonces, he comprobado que ese niño era un adelantado, porque en todos los libros de anestesia moderna viene la recomendación de que haya siempre en quirófano un familiar cercano al niño, preferentemente padre o madre, durante el comienzo de la inducción anestésica.
El tratar al niño como a una persona y no como un saco de patatas, ha permitido desarrollar facetas tan importantes de la anestesia infantil como la Visita Preoperatoria, para que el niño contacte y conozca a médico anestesista que lo va a atender; la Premedicación Anestésica, que consigue, mediante la administración de medicamentos previamente a la cirugía, tranquilizar no solo al niño, sino también a los padres, que ven como su hijo no vive la intervención como algo traumatizante; y las Técnicas de Tratamiento del Dolor Postoperatorio, que procura disminuir el sufrimiento en los días posteriores a la intervención del niño.

El objetivo de la anestesia infantil es no añadir más sufrimiento al niño y a sus familiares en un momento tan incierto como es el de la operación por una enfermedad.


El dibujo está sacado del mismo número de Poleo Menta. Pido disculpas por no tener en este momento constancia del nombre del dibujante.

lunes, 7 de junio de 2010

El cuento de las Vegetaciones



-¿Te llamas Pablo?
Pablo se coge de la falda de su mamá y se esconde detrás de ella.
Me agacho y me pongo a su altura.
-A mi me han dicho que todos los Pablos son malos. ¿Tú eres bueno o malo?
Mira a la madre para confirmar su respuesta
-Él es bueno...
-Soy bueno
-También me habían dicho que hay algún Pablo bueno. Entonces, ¿tú eres de los Pablos buenos?
Pablo me está mirando con cara de no saber por donde pueden ir los tiros. Coge su coche negro superdeportivo y me lo enseña. A mí me encantan los coches, pero hay un problema...
-¿No tienes ningún coche rojo?
Y Pablo mira a su madre para asegurarse.
-Sí - dice la madre.
-No - afirma el niño.

-¿Y tú por qué has venido a mi casita?
-Anda Pablo díselo. Porque tienes moquitos ¿verdad?
-Mocos - y me sañala la nariz.
-¿Tú quieres que se vayan los mocos?
-Sí.
-Yo tengo un globo mágico que si lo soplas se van los mocos. ¿Quieres soplar por mi globo?
-No.
-Menos mal, Pablo, por que no me queda ninguno. Hoy se me han acabado todos. Y si me hubieras pedido uno, no podría dártelo. ¿De qué color te gustan los globos?
-Negro
-Pues yo voy a pedir un globo negro para tí. Y si algún día te molestan tanto los mocos que quieres usar uno de mis globos se lo dices a tu mamá y ella me llama, ¿vale?
-Otro día
-Sí, sí, otro día. ¿Y quieres que te diga un truco para que los mocos se vayan más rápido al globo?. Hay que enfadar a los mocos.
Pablo ya está interesado en cómo quitarse los mocos de encima. Entonces empieza el "Cuento de la Vegetaciones".

-Atiende bien Pablo. El día que tú quieras soplar por el globo negro, le tienes que decir a tu mamá que no te dé ni de beber, ni de comer antes de venir a mi otra casita. Así los mocos empezaran a cabrearse y querrán irse de tu naricita.
-Vale
-Cuando tú llegues a mi otra casita, vamos a seguir enfadando a los mocos. Tengo unas gotas, que te las echamos a la nariz y así los mocos se enfadan mucho, mucho, mucho. ¿Sabes por qué?
Pablo mira a su madre. La madre le dice:
-¿Por qué será, Pablo?
Pablo me devuelve la mirada.
-Por que las gotas son muy, muy, muy amargas.
Eso empieza a no gustarle a Pablo.
-Pero....
Y Pablo me sigue mirando
-Pero mamá te va a preparar un ChupaChups para que tú te lo metas en la boca y así tú no notas lo amargas que están.
-¡Un ChupaChups, Pablo!¡Qué suerte!
-Sí un ChupaChups, Pablo. Tú acuérdate de recordáselo a tu mamá el día que vengas a mi otra casita, que a las mamás se le olvidan todas estas cosas. Y cuando los mocos estén tan enfadados, yo le pongo el globo delante y ellos saltan corriendo y los atrapamos. ¿Tu vas a soplar por el globo?
-Otro día
-Sí, otro día, que hoy no tengo globos. Y otra cosa. Cuando los mocos se van, se van tan enfadados que algunas veces dan un pellizco en la garganta antes de irse. Así que si tú te quedas dormido soplando el globo, que a algunos niños le pasa, y al despertarte te duele la garganta, que sepas que han sido ellos, que se han ido muy enfadados.
Pablo pone cara de no gustarle mucho lo que yo le estoy diciendo ahora.
-¿Y sabes como se quita el dolor de la garganta?
-¿Cómo? - pregunta la madre recogiendo el guante.
-Con una medicina que te va a dar la mamá y comiendo helados. ¿A tí cómo te gustan los helados, Pablo, grandes o pequeños?
-Grandes
-Pues grandes se los tienes que comprar mámá, para que se le quite el dolor del pellizco.
-De chocolate son los que a mí me gustan.
-Pues de chocolate te los compra tu mamá. Pero Pablo, si yo a tí te voy a dar un globo negro, un ChupaChups y un helado grande de chocolate. ¿Tú que me vas a traer a mí el día que vengas a soplar por el globo?
Pablo se queda pensativo.
-A mí me gustan los coches rojos....
Y la mamá le dice a Pablo
-¿Le compramos un coche rojo al médico?
-Sí mamá, un coche rojo, que el médico no pincha
Y me mira con cara de NuevoAmigo, mi NuevoAmigo Pablo.

viernes, 4 de junio de 2010

El Tránsito


Me resisto. Yo no ayudo a nadie a morir. Yo no sé qué hacer con la muerte. Cuando la muerte llega se adueña de todo y mi misión como médico ha terminado. Entonces empiezas a actuar como amigo, como persona, como afectado. Siempre se muere un amigo. Prefiero no hablar de la muerte como objetivo, ni siquiera como estrategia. La misión del médico está en potenciar la vida. Por eso me gustaría que se cambiaran los conceptos, las palabras. Por eso prefiero hablar de tránsito.

No hay muerte digna. Hay vida digna. Y el médico debe empeñarse en hacer un buen acompañamiento al paciente. Debe poner todos los medios a su alcance para que el paciente y la familia afronte con dignidad el tránsito. No hay muerte digna, pero debe de haber un tránsito digno.
¿Cuándo empieza el tránsito? Cuando se le dice al paciente que su enfermedad está próxima a poner fin a su vida. Es el momento de preparar todo para la despedida. Es el inicio real del tránsito. Supone un conjunto de cambios de actitudes espontáneas e impuestas que remueve toda la cotidianidad del paciente y de sus familiares.
Es el comunicarle a él y a la familia que empieza a ser muy frágil. Es el apoyarle en la fragilidad. Y es el dejarles claro que todavía hay recursos. Que vamos a disminuir el sufrimiento y que vamos a darle una oportunidad a la despedida.
El objetivo es que el paciente y los familiares puedan atar cabos. El objetivo es evitar la soledad.

P.D.: Para María José, que supo darle vida a la vida de José, su pareja. Que supo darle a unos hijos, que no eran los suyos, una sonrisa permanente.

jueves, 3 de junio de 2010

¿Qué es ser anestesista en la medícina privada?


Podría ser una conversación para mantener con un hijo sobre qué es lo que le espera si eligiera tu especialidad, pero no conozco a muchos descendientes de anestesistas que hayan elegido la especialidad de sus progenitores. Y mucho menos de nietos. Es una tradición que se trunca pronto, no sé si habrá familias de médicos anestesistas. Lo cual ya quiere decir mucho.

Pues bien, ser anestesista es trabajar para otros. El honor más alto que puedes llegar a tener es el de ser el anestesista del Doctor Fulanito del Copetín.
El anestesista es el guitarrista, el cirujano el Cantaor (con mayúsculas). La gente suele ir a escuchar al Maestro. Y a que el guitarrista no moleste. Que dé la talla. Que esté a la altura. Que pase desapercibido. Que acompañe. Pero que no se pase.
Lo ven, ¿verdad?. Yo soy el guitarrista. Yo toco y el publico me escucha, pero es una sensación rara. Porque no me ven. Yo estoy allí, pero no estoy. Es mi música la que está. De fondo. Soy solo notas. Algo etéreo. Éter. Anestesia.
Todas las mañanas afino la guitarra, me pongo en una esquina y espero a que me llamen.
-"¿Puedes tocar mañana conmigo?".
-"¿A qué hora?".
-"A las 8".
-"¿Dónde?".
Y allá que me voy. Y así todos los días.
Pocas veces reconocerá un cantaor delante de otro que está orgulloso de su guitarrista. No suelen hablar de ellos. Sólo cuando lo despiden.
-"No encontraba el registro. Me hizo forzar la voz y estoy afónico por su culpa. Ese día todo salió mal por su culpa. Por su dichosa culpa".

Voy a coger la guitarra.
Do.
Do.
Mi.
Estoy afinando.
Voy a tocarle una canción que seguro saben. De Roberto Carlos. Se la saben todos los cirujanos. Nos la hacen cantar muchas veces.

¯¯¯Echame a mi la culpa
De lo que pase....
¯¯¯

Es nuestro himno. Abre nuestras sesiones en los Congresos de Anestesia.
Es broma.

Menos mal que hay conciertos de guitarra. Solos de guitarra. Nos aplauden mucho. Notamos el cariño de nuestras admiradoras. Son las epidurales para el parto. Te vistes de Paco de Lucía y tus dedos cobran vida. Tratas de lucirte. No es fácil. Pones todo tu empeño para crear el clima adecuado. Sabes de la importancia que tiene que cuando nazca una nueva criatura, encuentre el mejor sonido, el mejor arrullo de la madre. Sus mejores besos.
Esas sí te recuerdan. Esas sí agradecen el esfuerzo que hiciste. Muchas gracias a todas.

Eso somos. Guitarristas. En muchas peonadas, ni siquiera estamos en nómina. Nuestra opinión apenas cuenta. Tenemos que gustar, en primer lugar al Maestro. Luego al resto. Se entiende que el maestro elige bien.

Trabajamos para otros.

Esperen un momento. Me llaman.
-"¿Para cuándo? ¿dónde?. No te preocupes. Ahora mismo voy".
Lo siento tengo que dejarles. Me esperan.
Me voy con la música a otra parte.

P.D.: Dedicado a Marta, que está embarazada y tuvo una mala experiencia con la epidural en la cesárea de su primer niño. Seguro que su guitarrista está afinando las cuerdas de su guitarra para darle un bello concierto. ¡Que lo puedas disfrutar!

miércoles, 2 de junio de 2010

Como el Olor a hospital


Para los médicos, el hospital no huele. Un urólogo te jurará que su planta no huele a orina. Un cirujano pondrá su mano en el fuego apostando que el quirófano suyo no huele tanto a barbacoa cuando usa el bisturí eléctrico. Una ginecóloga no puede definirte a qué huele el líquido amniótico, hace tiempo que sus pituitarias no tienen capacidad para distinguirlo.

De igual forma casi nadie es capaz de señalarte a los miembros del Servicio que se aprovechan de cierto grado de corrupción, de cierto grado de inmoralidad. Es tan cotidiano que ya no se nota. Como el olor a Hospital.
Si alguien no hace las guardias que le corresponden por prorrateo, pero compra guardias en dinero negro, no huele.
Si alguien abandona sus guardias porque otro se las cubre y no hace constar su nombre en ningún papel, no huele.
Si un Jefe de Sección organiza el trabajo para favorecer a los miembros de su equipo en la privada, no huele.
Si se sigue cobrando el Complemento de Exclusividad y se compatibiliza con la asistencia privada, no huele.
Si se trabaja en un hospital público y, de tapadillo, se hace cirugía concertada en la privada, no huele.
Si se tiene contrato público y se simultánea con un contrato para una Mutua, no huele.
Si el director del hospital no quiere saber nada de los tejemanejes que condicionan ciertas malas relaciones en un Servicio, no huele.
Hay veces que hay ciertas costumbres que están tan arraigadas en el día a día de nuestras vidas, que no nos damos cuenta de que nos impregnan y nos marcan. Como el olor del hospital.
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