sábado, 22 de enero de 2011

El Senatone


Llevo días en que me pasa por la cabeza una sola cosa: hacerme rico.
No sé si porque la anestesia no da para tanto, trabaje uno lo que trabaje, o porque me gustaría tener cierta fortuna para permitirme algunos anhelos pendientes que parece que no van a llegar nunca cuando se va acercando uno peligrosamente a ciertas edades.
Así que he podido fabricar un aparatejo en el que confío para poder solucionar mis cuitas económicas: El Senatone.
Porque yo sé lo dificil que es entender un idioma extraño, porque yo sé de la necesidad de hablar en la lengua que me enseñaron en mi casa, porque yo sé lo que es tener que abandonar palabras familiares y tener que aprender palabros extraños.
Y tras un intenso diseño y una elaboración dificultosa, lo he estado probando estos días atrás, en las tiendas que hay delante de mi hospital, entre paciente y paciente. Y funciona perfectamente.
Ayer probé en la panadería. Entré y me puse en cola. Siempre hay mucha gente. El pan de Alfacar que venden en ella es antológico. Esperé cuidadosamente y me fui alegrando de que detrás mía se fueran colocando nuevos clientes. Cuando me llegó el turno, me coloqué el aparato en la encía, entre el segundo y tercer molar, en el hueco con el carrillo.
-¿Qué desea usted?
-Me pone dos Juanitos, una Telera y dos Manoletes.
Tenía ganas e ilusión en pedir pan en "gaditano" en una panadería granadina. Me acordé de la primera vez que lo hice allá por los años ochenta y también recordé la cara de estupor que me puso la dependienta.
-¿Qué quiere que le ponga?
Yo me limité a señalar con mi dedo las piezas de pan en que estaba interesado y ella fue seleccionándolo mientras me repetía:
-¿Como los ha llamado?
Y no pude repetir ni una letra Mi desconsuelo me congelaba la lengua y me enfriaba el alma.
Fue la primera vez que entendí que ya no estaba en mi casa. Y comprendí que la distancia entre Cádiz y Granada era un abismo que me distancia de lo mío.
En cerca de treinta años no había repetido la misma petición. Y mi alma se llenó de gozo, cuando la dependienta fue recogiendo de cada cesta las piezas que yo le había pedido y que a ninguno de los paisanos de la cola le llamaba la atención la forma en que requería el pan.
-¿Cuanto es?
-Pues han sido dos piezas pequeñas, una Casera y dos Barras Finas...
¡La traducción perfecta! ¡No había duda!¡El aparato funcionaba!
Tenía que poner una epidural, pero no pude aguantar la espera y me dirigí a la frutería de al lado.
-Antonio ¿tienes damascos?
-Me han llegado unos muy buenos de Níjar, ¿te pongo medio kilo?
Y me enseñó unos albaricoques con una pinta estupenda que tenía cerca de la balanza.
-Que sea un kilo, Antonio.

Y lo he probado día tras día y funciona estupendamente. Hay que colocárselo exactamente entre el segundo y tercer molar, porque está cerca del conducto auditivo y te sirve para traducir las frases que te dirigen algunos pacientes. ¡Me he librado de unos buenos líos en la consulta!

-Doctor tengo miedo a la anestesia.
-Dígame.
-Pues que cuando voy andando por la calle, me tengo que apontocá con mucha frecuencia.
Y ningún problema. La maquinita me traduce "apontocar".

-Doctor está hay fuera Manuela y se la ve mucho mejor.
-¿En qué lo has notado?
-En que viene muy retotollúa.
Y ningún problema. La maquinita me traduce "retotollúa".

-Necesita usted que la cuiden, María.
-No se preocupe usted doctor, que mi Isabel es muy colleja.
Y ningún problema. La maquinita me traduce "colleja".

Y me siento ya en Granada como en mi casa. Hasta cuando un paciente me dice:
-Cuidado con la polla doctor, que para pollas, pollas. No vayamos a pollas.
entiendo palabra a palabra y, hasta según la entonación, le doy un sentido u otro.

He escrito a José Bono para que lo usen en el Senado y también en el Congreso. Tengo cita con él el lunes que viene. Le voy a proponer un buen precio, nada de los trecientos mil euros que les está costando el pinganillo. Que yo quiero ser rico, pero no mucho. Nada más que lo suficiente.


No vayamos a pollas.

P.D.:

Apontocarse: Pararse y apollarse en los dos pies.
Retotollúa: Mujer arreglada en exceso.
Colleja: Dulce, apañada, coqueta.
Pollas: Su propio nombre lo dice.

4 comentarios:

Martuka dijo...

Hola Mi anestesista, cuanto tiempo!
Te voy a comentar una cosa que te va a dejar ojiplático como dice el Maño, resulta que ese traductor lo ha inventado google, pero en vez de un pinganillo se usa el movil, tu hablas con un inglés en español y simuntáneamente te va traduciendo y con los letreros iden de iden, los miras a traves de la camara del movil y salen exátamente igual pero traducidos, no está tan lejos lo que piensas, igual te haces rico muy muy pronto, ójala tengas mucha suerte.
Un beso grande.

Francisco Villegas dijo...

Hola Miguel Ángel. En mi servicio estamos algunos de Granada, otros de Jaén, un Zamorano, otros de Melilla, almerienses, etc. y como no todos pronunciamos la "Z" de igual manera, vamos a pedir un servicio de ese tipo. El concurso saldrá en breve, lo digo por si te animas a presentar tu Senatone. Nosotros también tenemos derecho a ser unos "descerebraos" en la sesión clínica (aunque luego en cafetería charlemos sin ningún problema).
¡¡Un abrazo!!

Anónimo dijo...

Miguel Angel me he reído a carcajada limpia y con muchas ganas. Eres muy divertido. Desde luego tú ves el vaso medio lleno para que los pesimistas nos riamos un buen rato. Tú blog y mi blog son tan contrarios que hasta podrían complementarse. El mundo sin duda es perfecto. Maribelflores.

MiAnestesista dijo...

Martuka: no sabes la alegría que me da verte de vez en cuando. Tengo que probar lo que me dices del google. No sé si lo volveré loco.
Francisco: seguro que no hay tanto descerebrado...
Maribel: :-)

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