viernes, 20 de enero de 2012

Salud. Dinero. Amor


Ni salud, ni dinero, ni amor, yo lo que quiero es acceso gratis a la cultura.
No soy pirata. Mi casa está llena de libros.
No soy pirata. Mi casa está llena de discos de música.
No soy pirata. Mi casa está llena de DVDs.
No soy pirata. Estoy abonado a todos los canales de pago.
Soy un afortunado.
Pero hay escenas escondidas en algunas películas que le daría vida a muchos enfermos. Hay estribillos de canciones que serían capaces de enamorar a las parejas más distantes. Hay ideas agazapadas en algunos libros que resolverían la vida profesional de muchos indigentes.
Y hemos tenido en nuestra mano, durante algún tiempo, la oportunidad de ver como todos podían disfrutar de secretos escondidos.
No me quiten los manuales. No me quiten los libros. No me quiten la música. No me quiten las películas.
Algún médico de algún país en que los libros no llegan fácilmente a mitad de la jungla habrá podido aplicar a algún paciente algún remedio novedoso.
Algún emprendedor de algún país en que las ideas no floten en los ríos que perfilan sus aldeas habrá podido desarrollar alguna idea enriquecedora para favorecer a alguno de sus conciudadanos.
Algún joven romántico de algún país en que escasean las bellezas habrá podido robarle con una melodía sensible el corazón a alguna chica que se podía deslumbrar ante las riquezas algún cacique de turno.
Alguna pareja habrá entrelazado sus manos en alguna habitación oscura mientras aúnan sentimientos y acercan voluntades.
Hoy en día los artistas se están convirtiendo en los ciudadanos más egoístas e insolidarios. No se conforman con ganarse su sustento, quieren enriquecerse rápidamente por un afortunado día en que las musas compartieron algo de su gracia con ellos.
Artistas que llevan las pancartas más agresivas cuando se trata de pedir sanidad pública y gratuita. Artistas que son los más solidarios cuando quieren que papá estado reparta las migajas entre los desahuciados. Artistas que se bajan de sus grandes cochazos y que momentáneamente abandonan sus hermosas mansiones, para hacerse la foto de turno con el indigente.
Artistas que quieren convertir los derechos de autor en un impuesto revolucionario mafioso que les permita no abandonar su traumática y atormentada vida de artista.
Los mismos argumentos que utilizan para cerrar las puertas a las descargas de cultura son las que se podrían utilizar para cerrar las bibliotecas públicas (¿por qué no hay fonotecas públicas?¿por qué no hay videotecas públicas?).
Internet está en peligro. Las ventajas de Internet están siendo minadas.
Nadie acaba con el pirateo de los auténticos piratas, de los que quieren vender como trabajo lo que sólo es propaganda. Los discos deberían de ser regalados como material informativo y lo único que se debería de pagar son los conciertos, las actuaciones públicas. Los auténticos piratas son ellos, que quieren convertir la cultura en un tesoro al que no tenga acceso nadie que no ponga un doblón de oro en la mano del corsario de turno que te amenaza con su cuchillo en la boca.

3 comentarios:

Ana, princesa del guisante dijo...

Lo que repugna de la pandilla de titiriteros de la pancarta es que ellos no hacen ascos a las subvenciones, que les importa un bledo hacer mal cine, malo, digo, porque no lo ve nadie, pero cobrar barbaridades por ello. Estoy de acuerdo contigo, Miguel Ángel

MiAnestesista dijo...

Un beso, Ana. Estoy muy encerrado, teniendo, sin más remedio, que hacer la "técnica de la tortuga". Un año muy apretado. He dejado, un poquitito, de asomarme a la red. Pero no os quito de mi pensamiento.

capitán garfio dijo...

Estoy contigo...

Yo sí soy pirata, y no me duele nada...
he sido músico y me ha costado dinero, pero no me ha dolido nada...
doy lo que puedo y sobre todo, no pido nada a cambio...
y además creo que la gente debería ganarse la vida trabajando, como todos, pero nunca llegar a enriquecerse de los demás...

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