viernes, 3 de febrero de 2012

Y no somos felices, ni comemos perdices.


Todos los cuentos deberían de tener un final feliz. Los cuentos no son historias, puesto que no son reales. Los cuentos no son relatos, suelen durar más y tienen sitio para la fantasía. Los cuentos son una mezcla de lágrimas y sonrisas, pero nunca deja un regusto amargo en la boca. Los buenos siempre ganan, los malos siempre pierden y, además, son castigados.
La semana pasada murió Caroline Lovell, defensora de los partos en casa. Sin duda, una buena persona. Alguien que creía en lo que hacía. Alguien que supo poner el acento en lo deshumanizada que estaba la atención a la embarazada en los grandes hospitales. Alguién que cogió el mundo y se lo puso por sombrero y gritó a los cuatro vientos que estaba dispuesta a que se tuviera más en cuenta las solicitudes de las embarazadas en el momento de preparar la llegada de su hijo al mundo.
Ella vio que el enemigo se vestía de hielo y que se dedicaba a atender con frialdad a todas las futuras madres que confiaban en su acúmulo de ciencia, y cometía estas tropelías confinado entre las paredes de los hospitales.
Por eso quiso matar al monstruo quitándole a sus presas de sus manos.
Era una idea que solo puede brotar de un corazón grande, de alguien que poner el amor por encima de otras sinrazones.
De esta forma, ella y otras como ella, han influido muy positivamente en la atención de las parturientas en todos los rincones del mundo. De esta forma, la tendencia que se ha seguido, gracias a ella y a personas como ella, es a humanizar el parto. A no entenderlo como una enfermedad, a no considerar a la embarazada como una paciente.
Y ese ha sido un gran logro.
Pero quizá, en un momento de su vida, tendría que haberse dado cuenta de que había muchas Carolinas Lovell dentro de los hospitales que habían entendido lo fundamental de su mensaje. Pero quizá, tendría que haber abierto las puertas a la negociación y permitir, con su ejemplo, que las pacientes supieran que también se podía hacer una atención humanizada en los hospitales. Una atención respetuosa que cuenta con las preferencias de las embarazadas. Que respeta sus decisiones.
Gracias a personas como Lovell el mundo ha cambiado.
El día 23 de enero falleció en su casa mientras estaba dando a luz.
Yo nunca he estado de acuerdo con el parto en casa. Ahora tampoco. Pero sí de recoger las sugerencias y las críticas que hay detrás de estas meditaciones sobre la atención al parto.
Quizá, el desgraciado final que ha tenido su vida, sea la última lección sobre la que haya que reflexionar con calma.
Quizá hoy el monstruo viva en las casas.
Hay cuentos que se merecen un final feliz. Pero la vida se impone a los cuentos.

11 comentarios:

compi1 dijo...

Gracais por hacernos pensar. Totalemente de acuerdo con el post.

MiAnestesista dijo...

No me gustaría que nadie pensara que se lo merecía. No me gustaría que se tomara únicamente como un ejemplo de lo que no se debe de hacer. Los familiares de las madres que mueren en el hospital podrían aportar el argumento contrario. Hay que asegurarle a las embarazadas que en el hospital se va a respetar sus preferencias y que es en el hospital donde más garantías existen de conservar sus derechos, porque ese el sitio más seguro, y más humano.

BlackZack dijo...

Sin duda es algo en lo que pensar... La vida a veces tiene una forma tristemente irónica de sobreponerse a nuestros deseos y esperanzas. Definitivamente, la atención a la embarazada, especialmente al momento tan traumático (en un sentido neutro de la palabra) que es el parto, necesitaba y sigue necesitando que el hospital se humanice. Si para las personas un nacimiento es algo con significado y a los recursos sanitarios contribuyen las personas para que sean atendidas las personas, ¿por qué despersonalizarlo?

Ana, princesa del guisante dijo...

Hemos coincidido en opinión. En un comentario en el blog de MadreyMas decía justo lo mismo: si los hospitales humanizaran más algo tan natural como parir, nadie se tendría que plantear tener a sus hijos en casa. Gracias.

MiAnestesista dijo...

BlackZack: Afortunadamente cada vez veo más humanidad en el personal que atiende a la embarazada en el momento del parto.
Ana: Es un drama que muera alguien. Y más en un momento en que lo que se espera es que la felicidad sea lo único que reine. Lo que más me duele de todo es que algunos han convertido todo esto en un negocio. Rechina mucho escuchar las declaraciones de responsables como Mayte Gómez, de la Asociación Nacer en Casa, que pasan con una frialdad increíble sobre el hecho de que ha muerto una persona. Da la impresión de que lo único que les interesa es que nadie ponga en peligro su negocio. Nadie dice que los partos en casa hay que pagarlos, que no los cubre ningún seguro.

GangasMIR dijo...

No se si puedo dar fe, porque no soy notario, pero el MiAnestesista que yo conocí y me atendió un día entero en Granada (bendita ciudad), bien acompañados por su santa, me dio y me dieron una lección de humanidad, de hospitalidad y de cariño, dejaron sus obligaciones y me dedicaron su tiempo, su sonrisa y su palabra y me sentí extraordinariamente acompañado y escuchado.

Estoy seguro que hace lo mismo con sus pacientes.

Un fuerte abrazo extensible a tu familia.

Juana dijo...

Después de toda la "sin-razón" que he leido a cerca de esta muerte, se agradece una reflexión sabia, hagamos humanos los hospitales.

Humanizar la tecnología es uno de nuestros mejores retos.

MiAnestesista dijo...

Gangas: Siempre están Granada y nuestros corazones abiertos para ti.
Juana: Las muertes nunca deben de justificar nada. No pueden ser argumentos a favor, ni en contra de nada. Pero estamos obligados a disminuirlas, a evitarlas desde la humanización.

Pilar dijo...

Como bien dices, lo verdaderamente importante en un parto es el final feliz del cuento, que todos los implicados estén bien (madre/hijo-s). Cada mujer necesita una atención diferente en su parto y "dentro de lo posible" lo ideal es respetar los deseos de la madre. Evidentemente tenemos un posicionamiento previo (lactancia sí/no, parir en casa/ hospital, epidural sí/no, etc..), pero luego la realidad manda (hay lactancias fracasadas, partos que acaban en cesárea...y es lo menos triste/ importante...vamos, los actores principales están bien). Lo más chungo del tema es que se utilicen estos argumentos (a favor/ en contra) para tirarnos piedras a nuestros propios tejados. Y siento mucho la pérdida humana, y como madre mucho más. Muy triste esta entrada.

MiAnestesista dijo...

Lo ideal es respetar el deseo de la madre, no el de las madres, que no es lo mismo. Hay veces que se pretende hacer una especie de media y trasladar a la embarazada la idea de la mayoría de las madres, o de lo que debería pensar la madre. No solo cada madre es distinta, sino que cada parto es distinto. No cuesta nada gastar un poco de tiempo en el último mes del embarazo en hablar con la gestante. Tampoco sería malo que en todos hospitales se estableciera un documento de compromiso en la atención al parto. Daría más seguridad a la futura madre. Es lo que buscan erróneamente las mujeres que dan a luz en su casa.

Anónimo dijo...
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