Hace tiempo me decanté por la atención personalizada del paciente y, desde entonces, desarrollo mi actividad en la mal llamada Medicina Privada (que a mí me gusta más llamar Medicina Libre). Mis comentarios tratan de compartir mi experiencia y buscar apoyos en el desarrollo integral de la Anestesia en esta parcela.
sábado, 21 de marzo de 2009
El segundo catéter epidural
Si alguna vez un anestesiólogo le ha quitado un catéter epidural que no funciona y se lo ha vuelto a colocar, no sabe usted la suerte que ha tenido. Habrá escuchado de algún pariente al que le han dejado el catéter epidural después de una intervención para controlar el dolor postoperatorio y que no le ha funcionado, o también de alguna amiga o familiar que después de haberle colocado la epidural para el parto y le ha seguido doliendo. Si el anestesiólogo que le atendió le volvió a colocar otro catéter, no piense usted que tuvo mala suerte porque el primero se lo colocó mal. Hay un porcentaje de catéteres que no funcionan, a pesar de que la técnica haya sido correcta y el médico sea una profesional experimentado. Sin embargo, no en todos los hospitales, los anestesiólogos tienen el suficiente tiempo o dedicación para poder hacer un seguimiento exhaustivo de sus catéteres. Por eso si su anestesiólogo le retiró el catéter y le colocó un segundo catéter, es señal de que no le perdió de vista y pudo tener tiempo de preocuparse de usted.
Para mí, la colocación de un segundo catéter es una muestra de la profesionalidad de un Servicio de Anestesia, de tal forma que debería de quedar como un Indicador de obligada cumplimentación en la Memoria Anual de actividades de todos los hospitales donde se desarrolla una programación quirúrgica.
Un número pequeño de segundos catéteres colocados demostraría una dificultad en el seguimiento de los pacientes atendidos por el Servicio de Anestesiología, que habría que resolver aumentando el número de Anestesiólogos de la plantilla. Un número excesivo de catéteres epidurales colocados representaría una preparación deficiente del personal médico, pero también hablaría de una preocupación para la correcta implantación de la técnica (quizá sea más frecuente en hospitales docentes, dónde se forman los futuros especialistas).
El seguimiento del Indicador de Segundos Catéteres Epidurales Colocados (SCEC) debería de unirse al Indicador de Porcentaje de Catéteres Epidurales Efectivos (PCEE). De esta forma se valoraría de una forma más discriminativa la eficacia de la técnica. Cada especialista debería de tener el objetivo personal de que el porcentaje de segundos catéteres epidurales estuviera dentro de unos límites aceptables y que el número de catéteres epidurales efectivos fuera el mayor posible.
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