Va para un par de años que decidí dejar de atender partos al ritmo que lo venía haciendo en los últimos diez años. Fue una decisión forzada y no querida, pero mis superpoderes no daban para seguir durmiendo una media de 4 ó 5 horas diarias, no descansar fines de semana, ni fiestas, ni vacaciones. Se lo comuniqué a los ginecólogos e intenté pasar página. Sin embargo, siempre hay compromisos. Y algún pecado cometido en los últimos años que me impide desprenderme de una penitencia en forma de ginecóloga que me quiere, me quiere y me quiere.
Ayer estaba terminando el día cuando, despertando al último paciente, me avisaron que había llegado Ana con bolsa rota y estreptococo positivo. Al ser primigesta, se esperaba un parto lento. La duda estaba en ponerle la epidural en ese momento o preparar una inducción al día siguiente.
La matrona nos dió la clave. El registro mostraba una contracción de vez en cuando, pero ésta era dolorosa. La exploración hablaba de comienzo de parto, pero un cuello que estaba empezando a ponerse blandito y que "tenía buena pinta". La cabeza estaba alta. Así que, haciendo cuentas, lo recomendable era pasar las dos dosis de profilaxis antibiótica, intentar dejar descansar a la madre y prepararnos para una noche en que la cigüeña podía darnos la sorpresa.
Le recordamos a la madre ese trabajo apócrifo que dice que "los niños y niñas que nacen de día salen más guapos que los que nacen de noche" y tras ponerle el catéter epidural con una dosis de prueba inicial muy suave, Ana se fue a la habitación con una bomba de analgesia epidural programada. Todo quedó preparado para que Julia pudiera venir cuando ella lo tuviera a bien.
Creo que Julia se tenía por guapa y ustedes lo pueden comprobar en la siguiente foto. Y también la calificamos como prudente y simpaticona. Nos dejó dormir toda la noche y descansar a su madre y a su padre también.
A la mañana siguiente se estimuló el parto y la respuesta fue adecuada. Desde la primera gota del "gotero" sólo transcurrieron un par de horas para que se pusiera el cuello en 5 centímetros, bajara la cabeza y fuéramos preparando todo para recibir a esta preciosidad.
Cuando entramos en paritorio Ana estaba pelín nerviosa. Le recordamos cómo se empujaba con el juego de la botella y en dos empujones empezó a salir la cabecita de Julia. El papá había entrado y la palidez de los nervios y el temblor del susto del comienzo se convirtió en una enorme sonrisa que nos contagió a todos.
Ana tardó un tiempo en asimilarlo todo: "Si me ha costado trabajo convencerme de que estaba embarazada y todo ha sido tan rápido. No me lo puedo creer".
A Julia le espera una vida dura: sus primos tienen ya 22 años y va a ser la reinona de la familia. Todo miradas, regalos, mimos. Esperamos que lo disfrute.
EL NACIMIENTO DE JULIA
Ana, la mamá:
Entré en el paritorio tiritando literalmente de miedo y muy nerviosa, pero en seguida todo el equipo que me iba a asistir me tranquilizó creando un ambiente muy acogedor y cercano (muchas gracias a todos).
Me colocaron en la camilla y me dijeron que empujara, pero no lo debía de estar haciendo muy bien, así que me explicaron cómo debía de hacerlo de una manera muy gráfica, mediante el “juego de la botella”. Empujé una primera vez y todos decían “que bien lo estás haciendo, ya se le ve el pelito”, yo pensaba que me estaban engañando para tranquilizarme y que no me desesperara, pero cuando me dijeron tras empujar una segunda vez “ya está aquí la cabeza” me quedé totalmente perpleja, no me lo podía creer, pensaba que estaría al menos una o dos horas empujando y sufriendo para poder sacarla y cuando ví que había sido tan rápido y tan poco doloroso...(¡santa epidural).
Me dijeron que me asomara para verla y cuando ví esa pequeña cabecita ya empecé a emocionarme y cuando ya me propusieron que si quería que la sacara yo...uff! .La agarré y con la ayuda de la ginecóloga tiré de ella y la terminé de sacar, fue precioso, estaba ayudando a que mi niña viniera a este mundo.
Me la puse sobre el pecho y abrió sus ojitos y me miró, ya no pude contenerme y me puse a llorar, ¡cómo era posible que esa cosita tan perfecta fuese nuestra!, no había asimilado casi ni que estaba embarazada y ahora, de golpe y porrazo, había aparecido ante mí una cachorrita que dependía completamente de nosotros, ¿estaría preparada?, me daba igual, al mirarle la cara se me olvidaron todos mis miedos, acababa de nacer y ya la quería más que a nada en este mundo.
Alfonso, el papá:
Al entrar al paritorio me invadieron todos los comentarios de las experiencias que me habían contado mis amigos “verás cuanta sangre” “a mí casi me da un desmayo”, por eso entré muy nervioso y con mucho miedo, pero pronto se me olvidaron todas esas preocupaciones y empecé a vivir la experiencia en la que estaba inmerso.
Entré 10minutos después que Ana y me coloqué justo detrás, la ginecóloga y el anestesista me dijeron que cogiera la cabeza de Ana para ayudarla a empujar y pronto me sentí como uno más dentro de ese engranaje. Fue todo muy rápido, tras dos empujones Julia asomó la cabeza y me recorrió una sensación de tranquilidad y euforia por todo el cuerpo, había nacido mi hija, y lo digo así “MI HIJA”, con todo el orgullo que lo puede decir un padre.
Después de que Ana se la pusiera en el pecho para que Julia sintiera a su madre, a Julia le tocaba sentir a su padre, le quedaba abrazar a su padre, que su padre sintiera la respiración de su hija y la hija la de su padre. Ni que decir tiene que a Julia le caían dos cataratas de agua por su cabeza, que eran ni más ni menos que mis lágrimas, no podía parar de decir “que cosa más bonita”. Luego nos abrazamos los tres y tuve la sensación de que todo el equipo sentía lo que yo estaba sintiendo, que la emoción nos embargaba a todos, eso fue para mí una experiencia que nunca podré olvidar, sé que a lo largo de toda mi vida recordaré esta experiencia como lo mejor que me ha podido pasar, el haber hecho yo posible otra vida, la de mi hija Julia.
Gracias a todo el equipo que nos asistió ese día, en especial a Miguel Angel y Gloria, por darnos la oportunidad de vivir esta experiencia de una forma tan bonita y tan humana, gracias.
Gloria, la doctora:
Aquí me tienen. Yo soy la del fondo, la que trabaja el parto, la que trabaja en el parto, la que trabaja después del parto, la que disfruta el parto.¿Porqué tengo cara de pensativa?. Porque los partos me traen recuerdos. Porque los partos me rejuvenecen. Y es que no se me olvidará nunca, hace poco más de 19 años, cuando estaba dando a luz a mi hijo mayor, la sensacion tan impresionante, por inesperada, y el calor tan sorpresivo, porque me transmitía tantas cosas agradables, que senti en mis manos cuando la compañera que me estaba asistiendo me dijo "Gloria termina tú de sacar a tu hijo". Desde entonces, cada vez que hago un parto revivo esa sensacion. Por eso, a todas mis pacientes, cuando ya ha salido la cabecita de su hijo, les invito: "Incorpórate y termina de sacarte a tu hijo"; ellas me miran con cara de asombro y de tremenda felicidad como lo hizo ayer Ana cuando, con las manos abiertas y extendidas, tocó por primera vez a su hija Julia.......y la cara del papá que no sabe dónde mirar, que mira a la hija, que mira a la madre. Y todo esto sin gritos, sin dolor, con mucha emoción y con mucha humanidad.
9 comentarios:
¡Llorandico me tienes!
Que me ve mi enfermera y se me escojona... snif, ¡qué bonica es la vida!
Jo!!! que bonito!!
Al igual que Miguel Angel, yo también me he emocionado.
Ya os contaré que tal mi segunda experiencia, la primera no fue nada mal, pero eso si, con dolor, espero tener mas suerte esta vez.
Madre mía, me pasa como a Martuka y MA, estoy emocionada. Y como Martuka espero que mi segunda experiencia sea buena, la primera no lo fue tanto, no pude coger a mi hijo en brazos hasta más de doce horas después, me ha parecido precioso.
Enhorabuena a todos los participantes!!!
¡Qué bonito! ¡Qué bien contado! ¡Enhorabuena a los padres! y gracias a vosotros.
Precioso...tan bien contado...Yo no puedo evitar mi nudito en la garganta en los partos...
¿Y qué me decíis de los ojos de Julia mirando al padre nada más nacer? ¿Y la sonrisilla que se escapa de sus labios?
Que maravilla Gloria, dos lagrimillas me han salido recordando los momentos tan felices de mis dos partos, en los que tu has estado presente.... Gracias y besos
Me he emocionado, se lo he enseñado a mis hijas, a mi marido, estoy por llamar a los vecinos.... y lo he enviado a mi gente por emilio. GRACIAS, vaya disfrute de relato y, lo que es mejor, de realidad. GRACIAS!!!!!!!
ibizaes: Bienvenida al blog. Gloria derrama arte en los partos, porque se pone de la parte de las pacientes.
Pilar: El momento del parto es maravilloso. Soy bastante tímido y entiendo que los anestesistas somos meros invitados a los partos y a veces tengo bastante pudor de estar compartiendo estos momentos con los auténticos protagonistas. Pero se dice tanto en negativo de ciertas formas de vivir el parto, que creo que no hacemos mal en decir que hay otra forma de vivirlo.
Gracias y bienvenida.
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