domingo, 18 de abril de 2010

LaPirurá en Pastillas


La parturienta de hoy, que le tiene pánico a las agujas, me ha recordado una anécdota que pertenece a los anales del Hospital San Cecilio de Granada y la protagonista fue una joven gitanilla digna de una novela ejemplar de Cervantes.
Una futura mamá casi niña que llamó la atención desde el primer momento por su lozanía y desparpajo.

Posiblemente pasó del cuento de la cigüeña a la sala de espera del ginecólogo en un abrir y cerrar de ojos. O en una caída de pestañas, o en un arrebato inconsciente.
Y allí la tenían, en paritorio, intentando llevar con dignidad la carga que parecía sobrepasar su cuerpo diminuto.
-¡Qué ganitas tenías yo de que llegara este día!¡Qué ganitas de verle la carita a mi niña!
Y todo eran piropos a la carita que iba a tener su princesa. A su pelo negro. A sus ojos de azabache.
-Uy, parece que empieza a doler una miaja. Bendita sea la sonrisa que va a traer este dolor.
Y la cara se contraía durante unos segundos, para hacer más brillante la sonrisa que resurgía de sus labios.
-Ya ha pasado. Me estoy imaginando sus rizos. Quiero que salga con mucho pelo y peinarla con tirabuzones.
La matrona la exploraba y ella se agarraba a las sábanas sin un quejido. Se esforzaba por darle brillo a sus ojos cuando le preguntaba a la matrona:
-¿Cómo va la cosa, bonita?
Y como le reclamaban paciencia, ella contestaba:
-Si yo estoy bien, si son las ganas de verle los ojos y saber a quién se parece.
Así que, viendo lo lento que andaba el reloj, la futura abuela se acercó a la matrona y le consultó:
-Si falta tanto, ¿no le podían poner algo para que mi niña no sufriera? Hoy hay muchos adelantos...
-Deja mamá, que yo estoy como decía el francés, verigüé.
Y entre risas y silencios iba pasando la jornada. Y llegó un momento en que la niña buscó la complicidad de la matrona:
-A lo mejor si que me podían poner algo para que pudiera descansar...
Y llamaron al anestesista, que viendo lo apurado del caso fue dándole explicaciones a la niña mientras le iban preparando la mesa estéril con las gasas...
-Yo la verdad es que podía haber aguantado un poco más.
....las compresas....
-Pero, sabe usted, llevo aquí todo el día.
....los guantes....
-Y me han dicho que si puedo descansar un poquito luego va a ser mejor.
...las jeringas y las agujas...
-Y ¿para qué le están echando esas cosas en la mesa?
-Para ponerte la epidural. Un pinchacito en la espalda...
-Y miré usted, guapetón, con lo que ya llevo sufrío, ¿no me podía poner LaPirurá en pastillas?

Así que hoy, mientras le decía a la embarazada que le iba a poner la epidural sin agujas y ella, incrédula, se agarraba a las manos de su ginecóloga, le contábamos la historia de la gitaniila que quiso inventar LaPirurá en pastillas.
No le ha dolido el pinchacito. Ha salido sonriendo del paritorio. Le ha explicado a su marido que no le ha molestado nada. Que lo que ha pasado es que le han puesto la epidural en pastillas.

5 comentarios:

Martuka dijo...

jajaja, hoy me has arrancado una buena sonrisa, me ha encantado la anecdota.... que sepas que me sigo acordando de tu botella...

Ana Glez Duque dijo...

Ayer estuve riendome en el quirófano de un grupo de facebook que se llama "Frases célebres de pacientes". ESta es digna de figurar como la primera.

Anónimo dijo...

Una pasada de simpatico este dialogo chispeante. Pero sobre todo, comola vida misma. Qué arte tienes M. Angel. Maribel Martín.

Kontxa dijo...

Una paciente me dijo una vez que su hermana tenÍa una anemia muy rara pero que no recordaba el nombre por lo rara que era, después de ir nombrandole algunas y ella diciendo que no, me dice :Ay! ya está, ya me acuerdo: ANEMIA SUPERSTICIOSA.

Dr. Maño. dijo...

¿Y lo del gato enterito con uniforme por gastroenteritis disenteriforme?... eso también es de tu tierra, del anecdotario: 'Diga treinta y tres'

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