Hace tiempo me decanté por la atención personalizada del paciente y, desde entonces, desarrollo mi actividad en la mal llamada Medicina Privada (que a mí me gusta más llamar Medicina Libre). Mis comentarios tratan de compartir mi experiencia y buscar apoyos en el desarrollo integral de la Anestesia en esta parcela.
lunes, 16 de noviembre de 2009
Grandes Maestros: Ángela Gonzálvez
Si ustedes quieren saber cómo tratar a un cirujano desde el otro lado del paño hagan un Master con Ángela Gonzálvez, es barato y lo pasaran bien. Sólo cobra en cariño.
Estuvo poco tiempo en Granada, porque se enamoró de un mañico y querían hacer un nido cerca de Cádiz, dónde creo que estará ahora haciendo de las suyas.
"Venga rápido, a ver si terminamos pronto". Los cirujanos se animan a poner el campo mientras Ángela está induciendo al paciente. Betadine por aquí, betadine por allá. Ángela no se inmuta. Laringo, tubo, esparadrapo. Paño va y paño viene. Protección para los ojos. Los cirujanos pellizcándose un guante detrás de otro en la palma de la mano, haciendo el "pop, pop" característico que querrá decir, sabe Dios: "todo listo, ¡señorita!¡el bisturí!". Ángela que coge el fonendo, lo planta encima del campo ya embadurnado de betadine, posándolo sobre todo el pecho y en los laterales de los paños. Ángela auscultándo minuciosamente. Ángela que levanta la vista y mira frente a frente a los asombrados cirujanos. Ángela que les dice: "Todo listo, ¡pueden empezar!".
A veces, hay cirujanos que creen que entienden de medicina. A veces, hay cirujanos que quieren demostrar su preocupación por el paciente. A veces, esto puede ser cierto. A veces. No siempre.
Cirugía general. El cirujano lleva ya el tiempo suficiente para haber operado al paciente y a los familiares que están en la puerta. Ha tirado ya varias pinzas contra la pared. Ha pedido que le coloquen la lámpara de mil formas distintas. Ha presumdio varias veces de la suerte que ha tenido el paciente de que sea él el que lo opere. De pronto, parece que puede haber un problema. Un problema no quirúrgico, claro. Un problema que debería estar resolviendo el anestesista, claro. Ángela en un taburete en la esquina del quirófano. El paciente totalmente controlado, por supuesto. Monitorización básica de finales de años 80. El cirujano: "¿Qué tensión tiene el paciente?". Ángela, sin bajarse del taburete: "Shu, Shu, Shu, Shu, Shu. Piiiiiiiiiiiiiiiiiiii. ¡Doce, siete!. El cirujano atónito. Ángela: "¿Algún problema?".
Con mucho cariño. Un Gran Maestro.
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