sábado, 24 de abril de 2010

Un truco


Algunas veces nos faltan manos. Coincide que en un despertar de una cirugía de sinusitis el paciente, en su somnolencia, sólo quiere llevarse las manos a la nariz. Y tú tienes una mano ocupada sujetando la mascarilla para suplementar el aporte de oxígeno. Y el paciente no deja de darte manotazos y no colabora nada. Utilizas tu otra mano, como puedes, para intentar que el paciente no se haga daño. Y se convierte todo en un acto imposible de heroismo. Pueden hacer falta cinco personas para sujetar al paciente.
Cinco personas o un anestesista con un padre ingenioso.

A mi padre le gustaba chinchar a sus hijos y sus nietos. Lo hacía con mucho cariño y con mucha ironía. Su frase más célebre la empleaba cuando uno de sus hijos o sobrinos se caía jugando y él sin inmutarse, seguía sentado en su silla o hablando con quien estuviera a su lado y ponía un gesto de acogida con sus brazos, diciéndole al yacente:
- "Ven, que te levante"
El niño, yo mismo muchas veces, se levantaba corriendo y se arropaba entre los brazos del abuelo y rompía a llorar con el consuelo del abrazo. No fallaba nunca. Los demás sonreían. Y entre risas se resolvían todas y cada una de las caídas. Era una trampa perfecta. No te puedes resistir. Funciona siempre.
A mi padre le gustaba también presumir de fuerte. Cogía dos nueces con una mano, la cerraba poniendo cara de Sansón empujando las columnas del templo de los Filisteos y cuando la abría, veíamos un amasijo de cáscaras y frutos, que nos ofrecía con cara de ángel.
Y su hazaña más atrevida era convencerte de que te iba a inmovilizar utilizándo solo tres dedos. Se ponía delante tuya diciendo que tenía que concentrarse y que mientras tanto iba a ver la destreza que tú tenías con tus manos.
Te sugería:
-"Levanta las dos manos poniendo el signo de la victoria"
El niño, delante suya, se quedaba con las dos manos como si estuviera indicando el número dos con cada una de ellas.
-"Ahora fíjate bien. Tus manos son tijeras. Ve acercando una tijera a otra para conseguir que una se meta dentro de la otra, apretando los dedos, unos contra otros."
El niño giraba un poco las muñecas y empezaba a acercar las manos para dejar los dedos de una mano, formando una especie de cruz, dentro de los dedos de la otra. Y en ese momento, mi padre, sujetaba con sólo tres dedos el hatillo de dedos que había conseguido formar el niño y, de esta forma, no lo dejaba escapar. Entonces se dedicaba a soplarle aire en la cara o a hacerle cosquillas, sin que el niño pudiera resistirse.

Y es que no pueden escaparse. Con una sola mano consigues inmovilizarlo.
No es difícil. Volvemos al paciente. Le acercas las dos manos, introduces el índice y corazón de una de sus manos entre los de la otra y sujetas el grupo de dedos. el paciente no puede hacerse daño. Ni hacértelo a tí.

4 comentarios:

Ana Glez Duque dijo...

Como siempre, aprendo de cada una de tus entradas (Tengo un adjunto virtual muy ingenioso ;-D)

MiAnestesista dijo...

Mi residente virtual favorita.

Sonsomar dijo...

Bueno, está fenomenal, claro que nosotros siempre le sujetamos los brazos a los apoya-brazos o con una sábana que le rodea ambos brazos y el tórax. Pero muchas veces se mueves de tronco para abajo, si es muy largo , las piernas pueden ser un problema sin un celador cerca. Al menos te libras de manotazos en la cara ,ja,ja. Una enfermera de mi hospital siempre llama al celador en estos casos y dice," ¡A ver!, fulano, la Anestesia Encimática " jugando con los signficados de "enzima" y "encima".

MiAnestesista dijo...

Sonsoles: También puede servir durante los traslados desde quirófano a la sala de despertar, porque durante el trayecto es más difícil la anestesia encimática.

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