domingo, 13 de junio de 2010

Anestesia Privada y Vida Privada: Amago de Incendio en el Café General

Valencia se está convirtiendo en mi ParaisoTerrenal. Voy allí buscando la Fuente de la Vida. Bebo en sus manantiales y vuelvo más joven, con más ilusión, con más entusiasmo. Lo que no sé es si me dejaran regresar o me pondrán un sello de PeligroPúblico y no podré cruzar más veces el Turia para transpasar sus murallas.
Valencia es la Ciudad del Arte y las Ciencias y los anestesiólogos valencianos se están encargando, de la mano del Dr Carlos Tornero, de poner una estrella luminosa en su cielo y hace que los que somos despistados no estemos más a la Luna de Valencia.
Así que estuve paseando por sus calles con tanta subida de ánimo que todo me parecía precioso y ¡vive Dios! que lo era. Pero mis pasos me llevaron a una Plaza dónde, en una esquina, está enclavado uno de los Cafés más lindos que se puedan disfrutar.
Y, Gracias a Dios, todavía sigue allí. No sabían ellos que yo era tan peligroso. No me hubieran dejado entrar.
Veníamos de pasear por sus tranquilas calles. Veníamos de tomar unos aperitivos en sus terrazas. Veníamos de degustar unos pinchos en uno cualquiera de sus sabrosos restaurantes. Veníamos de tomar un helado fallero con sabor a calabaza, si tienen la oportunidad, no se lo pierdan.
No quedaba más que sentarse a disfrutar de observar, cotillear y marujear de los paseantes de esa fresquita y relajada noche valenciana.
-Bienvenidos al Cappucchhino.¿Qué desssssean ustedes?
-¿Nos traen la carta, por favor?
No soy de tomar café tan tarde, pero sabía con seguridad que podría encontrar algo de mi agrado. Y efectivamente, allí estaba para mí una mezcla de zumos que tenía, quizá, el nombre de Barman.
-¿Algo de comer?
-¿Tú que te tomarías? - le pregunté al camarero.
-Si se deja fíar por mí, le diré que me encanta la tarta de Plátano. Está esquissssita.
-¿Tú no eres de aquí, verdad?
-Ssssoy de Sssssevilla.
-Pues yo de Cádiz y mi esposa de Granada. No puedes disimularlo, hijo mío, que eres de Sevilla.
-Si viera el cachondeo que traen conmigo por aquí por mi forma de hablar....
Y tuvimos una pequeña y agradable conversación.
Un músico se paró delante de la cristalera abierta del café y las notas de su violín empezaron a entrar entre silla y silla, entre mesa y mesa, entre vela y vela encendida, que así de romántica era la decoración del local.
El camarero se acercó otra vez.
-Le voy a dejar un periódico del Café para que puedan entretenerse con nuestras noticias.
Y allí pudo empezar el drama.
Extendí el periódico sobre la mesa y me quise detener en la primera página cuando observé un movimiento rápido de MiEsposa. Me eché para detrás y ví que la esquina inferior del períodico se prendía con la llama de la vela. Una columna de fuego traspasó la hoja con ánimo de extenderse por todo el periódico. El camarero ssssevillano corría hacia la mesa todo lo rápido que le permitía el delantal que le entubaba sus piernas. El Jefe de Mesa se puso a mi lado en dos grandes saltos. Yo intentaba apagar el fuego a manotazos y con soplidos que avivaron las llamas. MiEsposa me dijo luego que creyó ver a otro camarero descolgando un extintor de una pared cercana. Y, con todas estas maniobras, consiguimos extinguir el amago de incendio.
Todo se quedó en un susto.
El Café General no corría ya ningún peligro. Hubo comprensión y sonrisas. Nadie había observado nada desde fuera. La música seguía sonando y suavizando la noche Valenciana.
Pedí la cuenta, pagué y me despedí. Saludé a mi camarero sssevillano y al Jefe de Sala. Me devolvieron el saludo parsimoniosamente.Quizá aprovecharon para quedarse con mi cara. Seguramente, la próxima vez que me acerque al café tendrán preparada una mesa sin velas encendidas o la apagarán con disimulo mientras me presentan su carta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No parece tan grave por el tamaño de la quemadura en el periódico, hasta le queda bien, le da un toque antiguo :) Lo del extintor un tanto exagerado, en mi caso empeoraría la horrible vergüenza que estaría pasando en el momento…jaja

Sophie dijo...

No se te puede dejar solo, jaja. ¿Se te subió la adrenalina o te salió la tranquilidad propia de los anestesistas cuando un paciente se desmanda en quirófano?

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