miércoles, 16 de junio de 2010

Los Impuestos


¿Hay algo que de más cabreo, más coraje, más rabia que los impuestos?
Se te retuercen las entrañas. Se te pone la piel blanca. Se te sube la sangre y notas como tus venas se hinchan a punto de estallar.
A mí es lo que más me irrita. Y si pudiera, acababa totalmente con ellos. Y con los que los elaboran y los que obligan a que no podamos salirnos de ellos.

No puedo con los impuestos.
Me rebelo.
Me descompongo.
Pero no puedo hacer nada yo solo.
¿Por qué me imponen que no pueda ver a mis pacientes en mi consulta de Anestesia?. Me lo han impuesto.
¿Por qué me imponen que no pueda poner medios al tratamiento del dolor que genera una intevención?. Me lo han impuesto.
¿Por qué me imponen que no pueda atender a una paciente que comienza con dolores de parto desde las primeras contracciones? Tratan de imponérmelo.
¿Por qué no puedo ser el anestesista de la paciente que me elija para que yo la atienda?. Me lo han impuesto.

Y no sé que hacer con tanto Impuesto.

Y no sé por qué los directores médicos de algunas compañías hacen de su capa un sayo y no atienden a las recomendaciones de las Sociedades Médicas.

No sé que hacer con tanto impuesto. Tanto impuesto. Tanto impuesto.

1 comentario:

jane dijo...

Hace poco un amigo me recordó una frase de Ortega (se la dije a Gangas también): "La vida cobra sentido cuando hacemos de ella un afán a no renunciar a nada". A lo mejor haríamos bien en convertirla en eso: un afán o una lucha, no para hacer lo que nos da la gana (que evidentemente no podemos por razones de socialización), sino para que no nos pongan imposiciones inútiles, para que el mandamás de turno sepa administrar el poder que tiene de manera racional. A veces las imposiciones son salidas de pata de banco.

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